Síntesis del post: La cola del pollo. Un abordaje. Un anciano. Tiempos pasados. Reflexiones. Una señorita. Refutaciones. Un vínculo sanguíneo. Condimentos.
Me aborda un anciano. En la cola del pollo me aborda. Quiero decir, en la cola del local donde suelo comprar el pollo, y todos los productos relacionados. Por ejemplo, milanesas. Comunes o provenzal, aunque yo las prefiero provenzal, así que casi nunca elijo las otras. De cualquier modo no creo que a usted le interese demasiado este dato, así que a lo nuestro sin más, que yo tampoco lo quiero hurgando en mis costumbres gastronómicas.
Decía entonces que me aborda un anciano. Para charlar. Para pasar un rato sin tener que escuchar esas voces internas que en su caso, el de los ancianos digo, deben dar vueltas siempre alrededor del mismo tema, el asunto ese de la muerte, del fin de la vida y sus posibles implicancias. La inminencia de lo inminente, que a raíz de esa doble condición logrará —infiero— sumir cualquier otra idea en una opacidad irremediable. Supongo que es esa, y no otra, la razón que los impulsa a llevar a cabo esos abordajes tan frontales, tan veloces, tan ajenos al protocolo que debería regir entre dos completos desconocidos. La noción de que no hay tiempo que perder, la obediencia a ese mandato de transmisión que en el marco de esa misma urgencia sabotea el diálogo a la vez que promueve un monólogo cerrado e inatacable.
La charla —o la exposición— transcurre por los carriles habituales para esta clase de situaciones. Según entiendo, en otro tiempo, en otra época u otra era, las personas eran más amables, los vendedores más solícitos, los políticos más honestos, las mujeres más bellas, los niños más educados, los estudiantes más cultos, los muebles más duraderos, los veranos más frescos, las calles más seguras, las frutas más jugosas, los edificios más sólidos y los pollos más gordos.
Todo tiempo pasado fue mejor, expresa el saber popular; y sin embargo resulta imposible discernir si lidiamos aquí con una malsana nostalgia carente de fundamento, o con una triste y lapidaria verdad. Se me ocurre a mí, siempre en tren de imaginar, que bien podría existir una tercera variante superadora de esta suerte de antinomia. Quiero decir, a lo mejor la gente, a medida que envejece, comienza a percibir el mundo que nos rodea como realmente es, y no como lo idealiza en sus años de juventud. Es probable que las personas de hoy en día no sean igualmente amables que las de antaño, sino igualmente horrendas. Y los vendedores igualmente desabridos. Y los políticos igualmente corruptos. Y así con todos los ejemplos que antes me ocupé de enumerar. Entonces, a la luz de esta idea, el tiempo pasado no solo no habría sido mejor, sino que ni siquiera habría sido aceptable. Carecería de redención, al igual que el presente.
En fin… aparece una señorita. En la cola del pollo aparece. Quiero decir, en la cola del local donde suelo comprar el pollo, y todos los productos relacionados. Pero no me aborda, por desgracia. Ni para charlar ni para cualquier otra cosa. Más bien se queda así, parada, con toda su potencia expuesta, agrediendo los pocos ojos masculinos que pueblan la mencionada hilera. Es una señorita de esas que uno jamás imagina haciendo las compras hasta que las ve, y entonces les asigna —a regañadientes— el carácter terrenal que en realidad poseen. Es una señorita atemporal, capaz de poner fin al monólogo del anciano con una sola mirada. Con atributos suficientes para barrer de la mesa de discusión aquello de que todo tiempo pasado fue mejor, o igualmente horrendo, e incluso vaciar de contenido a esa palabra. Me refiero a la palabra ‘horrendo’. Es, en síntesis, la refutación viva de todo lo dicho, pensado o reflexionado en la cola del pollo. Quiero decir, en la cola del local donde suelo comprar el pollo, y todos los productos relacionados.
El anciano balbucea incoherencias. Se nota que perdió el hilo de su discurso, imagino yo, un poco a causa de la señorita atemporal y otro poco por los achaques propios de la edad. Ni siquiera sus voces internas estarán dando vueltas alrededor del asunto ese de la muerte, del fin de la vida y sus posibles implicancias, de la inminencia de lo inminente ahora sumida —ella misma— en una opacidad irremediable.
La señorita evalúa la extensión de la hilera. Resulta bastante obvio que está analizando si quedarse a esperar o seguir su camino y regresar más tarde.
‘Disculpame, ¿ustedes están juntos?’, me pregunta de pronto.
Lo repentino de la indagación me deja mudo un par de segundos. Suficiente tiempo para que el anciano se recomponga y responda en mi nombre, asaltado, creo yo, por una suerte de frenesí amoroso o sexual bastante novedoso.
‘Sí, estamos juntos, y solo vamos a comprar un par de cositas’, contesta. Viejo bucanero. Cualquier cosa con tal de que se quede un rato más.
La señorita recuenta la hilera y decide esperar. En silencio, ya que el único asunto que tenía con nosotros desapareció ni bien satisfizo su duda. Sin embargo el viejo redobla la apuesta. Muchas veces, frente a semejante pedazo de mujer, lo que cuesta es articular la primera frase, pero una vez logrado ese objetivo el temor se evapora.
‘Mi nieto siente que usted es la criatura más bella que ha visto en su vida, pero no se anima a pedirle el teléfono, ¿no es cierto Juan?’
Una corriente helada me recorre la espalda. Según parece este corsario de la tercera edad, cuando no está acorralado, es bastante bueno mintiendo. Y no se le nota en la cara. Incluso le acertó a mi nombre. Porque yo me llamo Juan, no sé si lo dije alguna vez en este humilde rincón virtual. En fin, da lo mismo. Sin duda se trató de una pequeña epifanía producto de su frenesí sexual o amoroso.
La señorita sonríe, me observa de arriba abajo pero tarda en responder. Una boa constrictora me aprieta el pescuezo mientras los sucesos transcurren ajenos a mi voluntad.
‘Bueno, si no se anima no se anima, abuelo. Por ahora le podemos pedir que me cuide el lugar mientras voy a la carnicería, si usted lo deja, claro.’
Ni bien se retira las cosas regresan a la normalidad. Lentamente, pero regresan. La boa constrictora se desliza al suelo en busca de otra víctima, el vínculo sanguíneo se extingue y el frenesí del anciano se aplaca. En general no necesito la ayuda de nadie para quedar como un estúpido frente a una señorita, así que le lanzo una mirada inquisitoria. O más bien furiosa. Pero el anciano hace caso omiso y retoma su agrio monólogo orientado hacia la nostalgia de un tiempo remoto.
Según entiendo, en otro tiempo, en otra época u otra era, los jóvenes eran más despiertos, más lanzados y sabían jugar en equipo. No eran unos tartamudos inútiles que se ruborizan con la primera teta que ven (sic).
Finalmente llega su turno, compra un cuarto trasero sin piel, un arrollado y se marcha raudo, sin saludar a su nieto.
Permanezco un rato al costado del mostrador, con mi paquete de milanesas, oteando el horizonte por si aparece de nuevo la señorita atemporal. No sé qué pretendo. A lo mejor disculparme por no haber guardado su sitio. Quizás aclarar el malentendido, confesar que el anciano no era mi abuelo, que jamás en mi vida lo había visto. Tal vez declamar que no soy tan estúpido como me revelé, o dejar sentado que tengo una mujer y dos hijas. En realidad no lo sé.
¿Cómo dice? ¿Pedirle el teléfono?
No lo creo posible. Si algo tengo claro en esta vida, además de que los ancianos de hoy ya no vienen como los de antes, es que mi único condimento está bien oculto dentro de las milanesas que acabo de comprar.
Tengan ustedes muy buenas noches.
30 comentarios:
Viejo Vizcacha!
jaja
Yo no creo que haya quedado como un tontuelo... simplemente lo agarraron desprevenido.
Ese veterano debe haber sido un depredador.
Ya hubiera querido ser èl, el que pasara por nieto!!
Yo suelo llevar milanesas rellenas. Esas me gustan.
Un abrazo.
Excelente!!!
Me encantó la transformación del viejo ante los ojos del protagonista. Pasó de ser un pobre hombre que intentaba conversar un poco, a un soberano zarpado que lo expuso ante la damisela.
Su condimento es muy tierno, mi amigo. Tengo la certeza que la señorita de tener un segundo encuentro sabría apreciar su azoramiento.
Le dejo un beso, amigo Yoni!
A ver, todo tiempo pasado fue mejor: Una gripe mató a 38 millones de personas, dos Guerras Mundiales, Genocidio Armenio/Judío+propios y ajenos, no había penicilina, la anestesia era unos buenos sorbos de grapa/whisky o un golpe en la cabeza, los tornos de los dentistas eran a pedal, y las mujeres, para entregar su "virtud" como mínimo te pedían dos años de noviazgo y un anillo de compromiso.
Nop, me quedo con el AHORA!!
Y tanto hablar de pollo, pensé, que tal vez el viejo era de Ríver y recordaba ESOS tiempos!! Espero sepa disculpar tamaño atropello...
Eso de que cualquier tiempo pasado fué mejor se podría discutir... Lo único que no se puede discutir es que cualquier tiempo pasado fué anterior...
Pero cuando a uno le crece un abuelo de la nada, hay que aprovechar la situación y al menos pedirle que nos preste una viagra... por si las moscas.
Abrazo.
Mire, hizo bien.
No, no el viejo, usté. Hizo bien en no intentar pedirle el teléfono.
Pero no por lo del condimento del pollo ése que mucho mucho no entendí qué quiso decir.
Es porque la señorita no se lo iba a dar.
EL viejo le tiró el pie y ella lo cuerpeó como una maestra, y rajó ( a la carnicería, sí, claro).
Más claro, échele agua, querido.
beso.
Jaaaaaaa !!! los abuelitos siempre fueron tan turros o vienen así ahora?
Interesante su variante sobre las cosas buenas del pasado, se la expondré a mi sra madre que tiene una obsesión con las mandarinas. Según ella esta fruta era antaño mucho mas olorosa y sabrosa, "uno comía una mandarina y toda la casa se enteraba por el olor ..." está emperrada con esa idea.
¿Cual es su único condimento? ?¿escondido dentro de la milanesa? Provenzal ... olor a ajo ... es por ahi?
;)
salu2
Excelente relato, Yoni. Se puede casi tocar la escena...sentir su propia verguenza.....odiar al viejo meterete (que palabra eh?)....imaginar las curvas de la señorita.....y sobre todo ( y a esta hora) desear las milanesas.
Tan subjetivo lo de que tiempo es mejor....para el ciclón..seguro que este no es.
Abrazo!
Uy!!! Me encantò.
A parte de lo entretenido y sabroso que fue llegar hasta el final, el remate, retomando temas del desarrollo me pareciò genial.
Escondida, pero usted tiene una montaña de sal. Y no digo salero por que... sì!! por eso.
Las señoritas atemporales y con grandes atributos suelen conseguir cosas como que les guarden el lugar o incluso que les hagan las compras y se las lleven a su casa... Es así, la vida es injusto.
Más allá de eso, ahondando un poco en su psicología, me pregunto por qué eligió usted que el viejo lo llamara "nieto" y no "hijo". Simple curiosidad vea... uno con los años se ve más como hijo que como nieto, especialmente si tiene usted ya cría en su haber.
Mecha: ¿Usted dice que no? Bueno, voy a elegir creerle.
Gaucho: Me parece que el plan del anciano lo incluía en la tertulia.
Bee Borjas: Yo apostaba a eso, pero esperé y esperé...
Muchas gracias a usté.
A.Torrante: El ahora es lo que hay, más allá de lo que uno elija.
No metamos el fobal en esto.
Elvis: Es cierto, tendría que haber pedido mi ración.
Mona: Coincido con usté. No me lo iba a dar. Algunas veces la oportunidad es una, y ya.
Muchas gracias a usté.
Any: Debe ser el ajo nomás, porque las mujeres salen corriendo.
Muchas gracias a usté.
Señor Dany: Mire, para River tampoco, así que dejémoslo ahí.
Muchas gracias a usté.
Magah: Ayúdeme a buscar esa montaña entonces, que no la encuentro ni yo.
Muchas gracias a usté.
Nefertiti: Buena pregunta la suya. Debe ser porque me siento un niño atrapado en un cuerpo de hombre. Un nieto encerrado en un chasis de hijo. Algo así, vea.
Muchas gracias a usté.
Un saludo.
Ya nadie somos como los de antes... ni los abuelos/ancianos, las chicas explosivas (ahora son más?? jaja), la timidez de los chicos, pero por lo visto sigue intacta la honradez de los buenos maridos y padres de dos hijos :))
un abrazo.
siempre es un gusto leerte.
:))
Ud. no le habrá guardado el sitio, pero ella puso a cada uno en su lugar jajajajaj decirle 'abuelo' a uno y hablarle al otro sin dirigirse a él, es producto de una calculada y ensayada maldad que sólo tienen aprendidas las muy lindas, claro.
¿le dije que cada día escribe mejor?
Muy "piola" el abuelito, no?? me parece bien que no hayas aprovechado la oportunidad..No creo que a la señora Bigud le hubiese gustado..
Saludos!
Remontar ese momento es imposible. Mejor dejar que pase, sí señor. Abrazo, como siempre uno aprende. Ud. Educa al soberano.
Yo tampoco necesito ayuda para quedar como un estúpido, solito me sale muy bien.
Qué delicia las mujeres de sus relatos!
Saludos!
Un texto de esos suyos, mi querido Yoni, donde la narración corre y luego vuelve para aclarar y entonces oscurece, pero aclara... y así.
Creo que el anciano la tenía clara, ancianos eran los de antes. La imagen del personaje quedándose a la espera de que regresara la señorita para... me pareció entre tierna y lenta, usted sabrá mejor que yo que pasaba por su cabeza
Le dejo un gran abrazo y prometo no involucrarlo en más entradas.
HD
Que puedo decirle. El viejo alguna razón puede tener.
Antes sus lectores no le dejaban la lista detenida en 17 comentarios impunemente.
Yo tampoco necesito ayuda para quedar como un salame. Quiero hacer una maldad y aparece el señorito Dib a escupirme el asado...
Es complicado cuando en la cola del pollo se juntan un par de fervientes oradores... a veces la mejor estrategia es decir que nos llaman en el sótano... o en la carnicería, es igual.
Un abrazo grande Don Juan!
Creo que los ancianos dicen que todo tiempo pasado fue distinto y mejor porque no estuvimos allí para verlo. También creo que nosotros haremos lo mismo ante un auditorio desconocedor.
Saludos.
jajajja, ge-nial su "abuelo"
un groso realmente, sabe? Se ve que se le notó la relojeada que le propinó a la Srta Atemporal.
acá cerca hay un negocio así de pollo, me hizo recordar. siempre hay un viejo y/o vieja que habla de cualquier cosa, como en la cola del banco o en la parada del colectivo..
Capaz un día nosotros mismos seremos esos viejos.
Un abrazo, muy buen relato!
o uste borró mi comentario anterior o yo soñé que había pasado por aqui dejando unas palabras
en fin, yo agregaría una cuarta variante que se me ocurrió hace unos días y frente a una situación especial. El tema fue el uso de un celular de ultima generación por una persona algo mayor. No tan mayor como el señor de su historia pero no era un joven. La cosa es que se negaba sistemáticamente (y lo sigue haciendo) a cambiar su fono de hace unos años por uno moderno y el motivo principal era la inseguridad de saber manejarlo.
Que por muy activo que él pareciera, sentía que la "modernidad" le pasaba por encima en todo sentido y que por mas esfuerzos que realizaba no podía terminar de aggiornarse en algunos temas y que mejor seguía con su celular choto que le servia perfectamente y lo manejaba de taquito. Se entendió? mas vale malo conocido...
ahora, el señor de su texto parece depredador venido a menos y de usted, no voy a emitir opinion
saludos
Esilleviana: Ah, sí, la honradez por sobre todo.
Muchas gracias a usté.
Condesa: De vez en cuándo uno debe soportar esos cachetazos.
No, no me dijo. Muchas gracias a usté.
Julieta: La corrección por sobre todas las cosas.
Javier: Hay que saber cuando uno perdió antes de comenzar. Muchas gracias a usté.
Shimmy: Somos un verdadero ejército. Muchas gracias a usté.
Humberto: No sé qué pasaba por mi cabeza, pero esa lentitud que menciona es una condición innata.
Involúcreme tranquilo, ya le dije que el agradecido soy yo, por haber podido colaborar.
Muchas gracias a usté.
Señor Viejex: No lo sé. Lo que sí sé es que usted sí tiene razón. Antes estas cosas no me pasaban.
Señor Viejex: Eso está más relacionado con la mala fortuna. Quédese tranquilo.
Corina: Usted se refiere a las estrategias defensivas. Y tiene razón.
Muchas gracias a usté.
Mariela: No le quepa la menor duda. Muchas gracias a usté.
Eleanor Rigby: Un día lo seremos, no lo dude. El ciclo de la vida es así.
Muchas gracias a usté.
laura: Aquí no censuramos a nadie. Eso solo está de moda en algunos canales de cable.
Más vale malo conocido que cien volando. Era así, ¿no?
Bueno, no opine, me salvó la ropa.
Muchas gracias a usté.
Un saludo.
Y 25... algun dia sere la numero 1 en comentar im promise...
Emmm los ancianos vienen mas avispados que los jovenes,y usted no quedo como un lerdo, esas situaciones que nos abordan sin preveerlas son las que dejan explicito la rapidez de cada uno y en su caso, la tortuga manuelita le lleva un par de cabezas en la carrera jajaja nah mentiras, lo felicito padre de familia y no sucumbio a la tentacion! mis respetos pues pa usted.
Saludos Sr Yony
Jaja!! Terrible el viejito.
Muy bueno, Yoni, me quedo con esta frase:
"lo mejor la gente, a medida que envejece, comienza a percibir el mundo que nos rodea como realmente es, y no como lo idealiza en sus años de juventud"
Besos, Juancito.
Mire, mejor así.
Estoy segura de que si la señorita explosiva hubiera llegado a reclamar su lugar mientras uste´acunaba sus milanesas, la sra Bigud se hubiera enterado y a partir de ahí, definitivamente, todo tiempo pasado hubiera sido mejor.
JeSs:Ah, sí, el autocontrol es lo mío. Definitivamente. Y así me va.
Muchas gracias a usté.
Caia: Muchas gracias a usté.
Damaduende: La verdad habla por su boca. Tiene toda la razón.
Un saludo.
:)
gracias por tu visita y comentario.
un abrazo
Esilleviana: No tiene por qué.
Un saludo.
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