Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

lunes, 29 de septiembre de 2008

VERDURITAS


De la relevancia del tiempo en las prácticas abusivas de comerciantes y ancianos.

Pocos individuos más inútiles que yo a la hora de las decisiones en la verdulería. Yo lo sé; el verdulero lo sabe; mi mujer sabe que el verdulero lo sabe; y sin embargo soy empujado al ridículo cada semana.

Llego, adopto mi semblante de sospecha, escruto los cajones de vegetales con marcado desdén, manoseo cada pieza como si alguna vez hubiera comido algo de color verde que no fuera un moco, y finalmente soy estafado del modo más vil. Luego mi mujer me embadurna el orgullo con una andanada de calificativos de lo más despiadados, y yo me niego a regresar al escenario de mi humillación para que ese pillo aprovechador no obtenga de mí la súplica de una permuta. Ni muerto.

Y así son las cosas. La historia se repite cada siete días con precisión suiza, y yo malgasto el resto del tiempo en una infinita e inútil reconstrucción de mi prestigio.


Expongo ahora, sucintamente, la anécdota que motivó estas líneas:

El viernes pasado, mientras revisaba mis estrategias de combate en la cola de ese antro de perdición, una anciana se me adelantó de una forma tan solapada que provocó la indignación de todos los integrantes de la fila. Y es que la edad por sí sola no alcanza para encender el sentimiento piadoso que la mayoría de nosotros llevamos muy en el fondo del corazón; para eso debe ir de la mano con la decrepitud, y ese –de más está decirlo- no era el caso de esta señora.

Antes de que nadie ensayara una protesta, hizo pesar tres bananas que traía en una bolsita y sacó el monedero.

Cuando se dio vuelta para emprender la retirada, una señora bastante menos escrupulosa que el resto de nosotros le cantó las cuarenta en plena cara, poniendo como argumento principal el abuso que había perpetrado sobre un joven indefenso (o sea yo), amparándose en su edad y en una supuesta inferioridad física.

La vieja, lejos de amilanarse, le respondió que a lo sumo nos había hecho perder treinta segundos, y se despachó con una reflexión acerca de la caridad que a mí me resultó bastante tendenciosa. Acto seguido, y para terminar con la discusión, me clavó una mirada mendicante que sin dudas buscaba la convalidación de su accionar; pero yo me coloqué del lado de la turba iracunda (que era lo que correspondía) y guardé un solidario silencio.

“Lo hice porque a esta altura ya no tengo tiempo para perder”, me dijo –a mí solo- justo un instante antes de desviar la mirada y desaparecer.

Es probable que, después de todo ese alboroto, el fondo del incidente fuera solo una cuestión de perspectivas.

- ¿Qué vas a llevar?- indaga el crápula del altiplano sacándome por un rato de mis meditaciones.

- Medio kilo de cebollas podridas, uno de papas del mes pasado y tres manzanas con gusanito- contesto con genuina convicción-; total… siempre puedo volver a quejarme mañana.


Hasta mañana entonces...



sábado, 27 de septiembre de 2008

UNA HISTORIA COMO LA TUYA


Anoche te fuiste sin saludar...

Anoche te fuiste sin saludar, y me dejaste acá, solita, gritando mis maldiciones contra un señor ausente. Y como, para variar un poco, yo estaba lavando los platos de espaldas a la puerta, no me di cuenta y seguí insultándote hasta que terminé con mis tareas de esclava. ¡Qué desencanto cuando me di vuelta! Un ultraje. Me sentí más rebajada que de costumbre, y eso ya es decir mucho.

No sé qué va a pasar con nosotros Roberto. Te lo digo con el corazón en la mano, a vos, que sos un ser innoble y un desfachatado. Si ahora que solo somos novios, que se supone que nos amamos con una pasión urgente, rayana a la locura, ya me estás tratando así, con ese desinterés por todo lo que hago, no me quiero imaginar las cosas que voy a tener que soportar cuando nos casemos. Y eso suponiendo que tu intención sea casarte, y no tenerme secuestrada en esta casa, encadenada al fregadero y sin los papeles habilitantes.

Cuando yo empiezo a gritar es porque estoy furiosa, y me gusta que el imputado se quede a escuchar mientras me descargo sin taparse sus orejas escandalizadas. Es el único momento en que se me permite simular que tengo esos famosos derechos civiles que a cualquier otra persona le vienen con el documento nacional de identidad. ¿Entendiste bien? Más te vale, zángano, porque la próxima vez que me hagas una cosa así, agarro la valija de cuero que tengo escondida debajo de la cama (la que nos regaló mi mamá y a vos te pareció una porquería), recojo mis petates y me mando a mudar antes de que te des cuenta. Bah… ¿qué estoy diciendo? Yo soy siempre la misma ilusa; no me voy a curar nunca. Seguramente tardarías semanas en darte cuenta. ¡Si sos un desagradecido! Me mando a mudar y punto. Te enteres cuando te enteres.

Yo no me quiero poner así amorcito. En serio. Quiero que seamos una pareja. Te amo desde el primer día, y quiero ser tu esposa hasta que tu muerte nos separe. Pero tenés que cambiar de actitud; así no podemos seguir. Te lo digo por el bien de los dos. ¿No te das cuenta que con tus desaires y tu desamor estás negando mi ser? No es posible que no veas que con tu despotismo me estás sofocando como el pantano a la rosa, como la oficina al artista, como la boa constructora a aquel pobre ratoncito en el programa del naturalista ese al que un cocodrilo le arrancó la mano izquierda de un mordisco. Me cuesta entender tu falta de sensibilidad para con una mujer que está dejando la mejor parte de su vida en este intento inútil de hacerte feliz. ¡No te burles más de mi forma de hablar Roberto! ¡Es de mala educación! Constructora, constrictora… ¿qué importancia tiene? ¡Te estoy hablando de algo serio! Seguí riéndote, estúpido, aunque nuestro futuro penda de un hilo. Aunque la sombra de la soledad nos pise los talones. Aunque el nene aquel que tiene alas y va desnudito nos haya bajado el pulgar y se guarde sus flechitas para otros. Seguí vos.

Roberto… quiero que tomes una decisión. Por fin entiendo el motivo de mi mal humor. Quiero que te vayas un rato a la calle, que pienses qué va a ser de nuestra pareja en el futuro y que vuelvas para darme una respuesta definitiva a todas y cada una de las cosas que acabo de plantearte. ¿Te quedaron bien grabadas en esa cabecita? Dios quiera que sí, porque en todo caso no las pienso repetir para que te entren por un oído y te salgan por el otro. No te espero un minuto más, andate a pensar a la calle, y cuando vuelvas comprá queso rayado para los ravioles en el almacén del gallego. Perdoname, pero no me dejás alternativa. Si no me ignorás. Y ese autismo tuyo es lo que más me enfurece, porque en el fondo es otra forma de violencia.

Anoche, cuando te fuiste de forma tan intempestiva me quedé viendo la televisión para calmarme un poco, y me encontré con el programa “Ayudanos a ayudarte”, donde las panelistas estaban debatiendo sobre esta modalidad operativa tan siniestra que tienen algunos tipos. Fue terrible Roberto. Un asco. Lloré como una condenada. Bueno; debe ser porque soy una condenada ¿no? No estaré privada de libertad, pero sí soporto una vida repleta de humillaciones. Bueno, en fin… dejémoslo ahí. Parecía que esas mujeres me estaban hablando de vos Roberto. Te lo juro por mi mamá. Faltó que te nombraran. Con decirte que me pasé más de quince minutos intentando comunicarme con la producción para ser una de las tres mujeres que podían contar su caso en la media hora final del programa… Tuviste suerte que me dio todo el tiempo ocupado Roberto, si no te incendiaba.

Ahora andate, fuera, out; a meditar a la vereda que acá los esclavos tenemos muchas cosas para hacer, poco tiempo para perder y menos ánimo para regalar. Adiós.

¡Ah Roberto! ¡Roberto esperá! ¿Me escuchás? ¡Si te olvidás del queso rayado te rompo la cabeza!


FIN


En otro orden de cosas, el Señor Briks, que los viernes por la tarde, ni bien termina su horario laboral se anuda la corbata en la cabeza, se clava tres o cuatro mojitos y se pone a fumar porros como un desaforado, ha decidido otorgarme un premio que acepto gustoso y agradezco de corazón antes de que se arrepienta. Estoy harto de que se me diga "no me acuerdo nada de lo que hice ayer".



En su momento otorgaré, yo también, este simpático galardón.

Un saludo a todos.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

EL FINAL

Tercera y última parte de Yoni en la madre patria. Incursión en La Mancha y algunas fotos del zoo de Madrid. Un perfecto balance entre tres cosas que me hacen inferir la felicidad: los vinos, los libros y los animales.

Fui conducido a La Mancha para presenciar sus infinitos viñedos, y esas famosas tinajas que descansan a la vera de la ruta. Y la verdad es que me pareció un sitio fascinante.

En la zona de El Toboso, Miguel Esteban y Campo de Criptana los viñedos logran uniformar el paisaje hasta el horizonte. Ellos lo dominan todo. Sin embargo, en La Mancha se respira el Quijote, y esos mismos pueblos son los que se reparten los monumentos, reciben el turismo y se disputan el privilegio de haber sido sede de este o aquel célebre acontecimiento quijotesco. Por ejemplo, está claro que la casa de Dulcinea está en El Toboso, y que son los molinos harineros de Campo de Criptana los que inspiraron a Cervantes. Y por último a mí, que me gusta inventarme historias que me acabo creyendo, se me hace que el ingenioso hidalgo bien pudo ser oriundo de Miguel Esteban.




Futuro vino manchego.



Molino harinero de Campo de Criptana.


“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.”


A continuación... animales. ¡Cómo me gustan los animales!



Jirafa que almorzó delante de Yoni mientras este almorzaba en un banquito delante de ella.



Rinoceronte obligando al claroscuro.



León que alcanzó a sentarse justo antes de que Yoni lo retratara. Así pasó la siguiente hora.



Puma acosado por los problemas.



Tiburón huyendo de mí. En realidad me equivoqué de foto y ya no la quiero cambiar.



Gorila y gorilita buscando herramienta para asaltar el termitero.



Oso con el que sostuve intenso duelo de miradas. Y perdí.

Fin del viaje; espero que les haya gustado. Mañana regresaremos a la rutina, que dicho sea de paso, no sé cuál es.

Tengan todos muy buenas tardes.

martes, 23 de septiembre de 2008

HE VUELTO


Una noticia que aportará desconcierto y estupefacción en el mundo virtual, o mejor dicho, no aportará nada:


He vuelto, y en esta jornada trágica no tengo nada más para decir.


Hasta mañana, momento en el que retomaré el comando de este blog (si es que en verdad alguna vez lo tuve).

lunes, 15 de septiembre de 2008

NOTICIAS SOBRE YONI

Estimados:

Mis primeros ocho días en España han sido intensos. Muy intensos. Los espacios para la reflexión han sido tan enormes, y las fuentes de inspiración tan elocuentes, que el resultado -inevitable asumo- es una parálisis narrativa que niega en el espíritu la prioridad del escritor.

Se agrega a ello una circunstancia dramática: He descubierto, con profunda consternación, que soy más bien impreciso para elogiar. Soy mucho más apto para describir una grieta (la de una montaña o la de un pensamiento) que para transmitir una idea siquiera vaga de una flor o un alma conmovida.

"¡Qué cagada!", se apura a decir mi poeta interior.



"No desesperemos; todavía podemos usar las imágenes", señala mi ser optimista.



"Sí, eso", apuntala el vago.



"Bien, manos a la obra", sentencio yo, que soy todos y ninguno a la vez; que tengo el perpetuo privelegio de la decisión; que soy la única porción de verdad en estos seres impostados.



Tres fotos. Y ni una más. Tres imágenes que resuman el paso de Yoni por Madrid, Granada y Segovia. Tres retratos destinados a suplir esta ausencia -espero transitoria- del verbo:










Yoni en la Plaza Mayor de Madrid.


Yoni rumbo al acueducto de Segovia.


Vista nocturna de la Alhambra. Por Yoni.




Bueno, está bien... dos más del itinerario gastronómico:


Yoni en Segovia. Al borde del orgasmo mental.



Yoni en Segovia. Al borde del orgasmo estomacal.
Continuaré transmitiendo.
Desde algún lugar de La Mancha...
Un saludo para todos ustedes.

domingo, 7 de septiembre de 2008

EL VIAJE DE YONI

Es probable que algunos de ustedes, duchos en el arte de percibir detalles de lo más irrelevantes, hayan notado mi abrupta desaparición desde el viernes pasado. Pues bien; aclarando que la misma se extenderá hasta el día lunes veintidos de septiembre, presento en este acto una sencilla -aunque detallada- explicación:


Yoni en el remis rumbo a Ezeiza.


Yoni aguardando para embarcar.


Yoni ubicado en su incomodísima butaca, preparado para el despegue.



Yoni en el living de la casa de su hermano. Madrid. Barrio Lavapies.




Yoni desayunando, hoy por la mañana, en una terraza en alguna callejuela de Lavapies, listo para gastar suela por todo Madrid.





Yoni en el mercado del Rastro.










Yoni agotado, dejándose morir en la parada de un bondi cualquiera.

En la medida de mis amplias posibilidades continuaré transmitiendo desde Madrid. Y en la medida de mis escasas capacidades, intentaré producir algún informe más o menos interesante.

Me voy a dormir una siesta.

Buenas tardes a todos.