Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

viernes, 23 de enero de 2009

EL MISTERIO BAROLO. FINAL DE LA PRIMERA ETAPA. DESPEDIDA.

Síntesis del post: Final del misterio Barolo. En realidad es un final, pero de la primera etapa, porque como soy algo cambiante, improvisado y cruel, ahora creo que puedo seguir investigando el Montevideo antiguo, sus edificios y sus costumbres por unos meses más (es una actividad en la que hallé algún atisbo de placer). Y una despedida, porque me voy de vacaciones y en principio creo que no voy a pasar por acá hasta mediados de febrero. Al menos no para postear, porque seguiré contestando los comentarios que lleguen, tanto en el blog como en la casilla.



Palacio Municipal de Montevideo. Año 1930.


DESPEDIDA: A PARTIR DE HOY ESTE HOMO SAPIENS COMIENZA OFICIALMENTE SUS VACACIONES, Y POR ENDE, ESTE ESPACIO ENTRA EN RECESO POR VEINTE DÍAS (MÁS O MENOS).

ACLARACIÓN: SÍ SEGUIRÉ CONTESTANDO LOS COMENTARIOS QUE LLEGUEN AL BLOG O A LA CASILLA.

SEPANLÓNNNNNNN.


--------------------------------------------------------------


EL MISTERIO BAROLO

CAPÍTULO FINAL, PERO DE LA PRIMERA ETAPA.

¿QUÉ SE PENSABAN?

¿QUE IBA A DEJAR DE ROBAR SIN DAR PELEA?

ENTONCES NO ME CONOCEN.


A lo nuestro.


CAPÍTULO FINAL (Es un poco larguito, pero piensen que tienen veinte días para leer).

A medida que me acercaba a la réplica del David comenzaron a flaquearme las rodillas, e incluso llegué a elucubrar algunas excusas mentales para evadir el compromiso. Pero luego me arrepentí. Los misterios del mundo se crearon para ser resueltos, y ningún gran hombre ha pasado a la historia escondido debajo de una frazada.

Con una entereza que le arrancaría lágrimas al más pintado, cubrí los doscientos metros que me separaban del Palacio Municipal y me senté a esperar a Santipolio.

El otro día les dije que, fuera de la mano del licenciado o de una banda de mafiosos ataviados a la usanza de los años cuarenta, mi destino tendría que revelar su verdadero rostro al pie de la estatua. Lo que en ese momento no imaginaba era que tendría que lidiar con todos. Con Santipolio, y con la banda.

- Buen día señor Yoni-, balbuceó un Satipolio bastante demacrado.

- Buen día licenciado- respondí con mi peor cara de sorpresa- ¿Se puede saber quiénes son estos señores?

Los ojos del licenciado solicitaron una muda autorización a uno de aquellos cuatro torsos inmóviles, y luego se acercó a mi posición.

- Los caballeros llegaron primero, señor Yoni.

- ¿Cómo?

- Que nos ganaron de mano. Que han cruzado hace ya mucho tiempo, y que son los dueños del portal. Ellos tienen las respuestas que usted busca.

- ¿Son la mafia del Salvo?


Susurró una respuesta afirmativa mientras retrocedía. Estoy seguro.

Entonces se me acercó el que indiscutiblemente era el líder del pequeño grupo.


- Saludos fariseo, por fin nos conocemos.

- ¿Fariseo?

Ensayó una media sonrisa, pero no se detuvo a explicar nada. En lugar de eso apuntó un índice inquisidor hacia el David y permaneció algunos segundos en su pose de prócer.

- ¿Usted qué ve?- indagó por fin.

- Una estatua.

- ¿Solo una estatua?-, insistió sin abandonar su inmovilidad.

- Una obra de arte.

Me miró con indignación, y debo admitir que aun sin saber cuál era mi delito sentí vergüenza.

- Pero esta es la obra de un copista… ¿cómo puede ser arte?

- Bueno –contesté yo con la voz entrecortada-, es una reproducción.

- ¡Es una falsificación!- exclamó sacudiéndose la espuma que escapaba de su boca.


Quedé estupefacto frente al compromiso que aquel hombre asumía con su idea. Y entonces no emití sonido.

- La letra mata, y el espíritu vivifica. Usted, fariseo, vive en un universo formal que está diseñado de acuerdo a su propia conveniencia; pero ignora el espíritu del mismo. Usted lee el universo que se le presenta, pero no lo interpreta. No lo conoce. Prefiere la letra muerta.

- Pero si yo vengo investigando…

- Cállese y venga con nosotros.

Y yo obedecí. No sé si por sentirme avasallado, por el afán de conocimiento o por qué. Pero obedecí.

Subimos a un auto negro y salimos rumbo al Palacio Salvo por la Avenida 18 de julio. Yo me ubiqué en la ventanilla trasera derecha, y al lado mío se sentó el licenciado.

- ¿Qué significa esto licenciado?- pregunté en un tono casi inaudible, aunque sin disfrazar mi intención.

- Nos llevan con Gunter Klose.

- ¿Y quién es ese señor?

- El administrador del Palacio. El hombre que posee todas las llaves. El hombre que tiene lo que usted busca.

Para ser el poseedor de todas las llaves, el físico de Gunter Klose dejaba bastante que desear. Era un individuo más bien petiso, regordete y de maneras poco elegantes. Pero su mirada…

- Saludos fariseo-, espetó apenas ingresé en su oficina.

- Buenos días- respondí ya sin ánimo de corregir a nadie.


Me miró y me sentí desnudo. Se paró y me vi constreñido a seguirlo a través de los pasillos del Palacio. Preguntó y simplemente respondí.

- Usted vino en busca de su Universo paralelo. Usted infiere que en algún sitio existe un reflejo de su realidad.

- Sí.

- ¿Sí qué?

- Sí señor.

- ¿Le puedo hacer una pregunta?- dijo volviéndose hacia mí.

- Sí señor- contesté ya sin el mínimo rastro de voluntad.

- ¿Y si el reflejo fuera usted?


En ese instante sentí mi valor corrompido por el espanto, y al mismo tiempo percibí la luz al fondo del túnel.

Gunter Klose extrajo una llave dorada de su bolsillo, y con ella abrió una puerta que se me antojó familiar.

- ¡Mi mujer!- exclamé-. ¡La oficina de mi mujer! ¡Lo sabía! ¡Esto es el Palacio Barolo!

- Esto es el Palacio Salvo- interrumpió Klose-, y aquí no hay nada suyo.

Lo miré como se mira a alguien que nos desborda y nos somete, y me dejé caer en el primer escalón de la escalera caracol para considerar las sensaciones que me estaba produciendo aquella suerte de espionaje cósmico.

- Usted es una falsificación, mi amigo-, sentenció Klose revolviendo el puñal.

- No puede ser.

- Es. Usted es una copia. Buena, pero una copia al fin. Una copia de otro Yoni. De El Yoni. Un reflejo casado con la reproducción de una mujer. Y lo que acaba de ver es una pequeña muestra del mundo ideal. Es Platón básico. ¿Leyó la alegoría de la caverna?

- Sí.

- Entonces asumo que hemos agotado ese punto.

- ¿Y existe algún otro punto?- inquirí ya sin tanto afán de investigación.

- Hay muchos otros.

Lo seguí escaleras arriba, y luego por otros pasillos que me resultaron vagamente familiares. Finalmente entramos en un ascensor de carga, de esos que suelen usar los proveedores y los distraídos. Y descendimos hasta la planta baja.

Mientras caminábamos rumbo a la 18 de julio a través del hall central del Palacio, mi nariz captó aromas que no puedo describir en estas líneas. Sensibles modificaciones.

Y miré a Klose, que sonreía… como si aquella inquietud mía lo conmoviera más que cualquier alabanza.

- Ya le decía yo a Santipolio que usted era un ser olfativo. Es su nariz la que lo trajo hasta aquí.

- Lo sé-, acoté.

Y lo dije porque lo sé desde siempre. No es ese olfato que puede detectar el perejil en la milanesa desde el comedor a la cocina. No. Es un olfato cósmico, y es el responsable de mis delirios.

- El tiempo y el espacio se tuercen. Pueden moldearse. Se manipulan con relativa facilidad.

- Lo sé-, volví a acotar.

- Usted siempre estuvo en lo cierto- concedió Klose-, existen miles de posibilidades, y nosotros estamos estudiando este portal desde hace muchos años.

- ¿Este portal?

- Sí, este. El Salvo-Barolo. Es uno de los cinco que se conocen en el mundo.

- ¿Y los otros?

- Los otros son los otros. Hay gente que los estudia, y nuestro deber es estudiar lo que nos toca. Todavía no aprovechamos ni la mitad de las posibilidades que nos ofrece. Queda mucho por comprender.

Tras aquella revelación sentí todo cobraba sentido, y me animé a una o dos deducciones más. Quería cerrar esta etapa de una vez por todas.

- Oiga… yo no soy un reflejo de nadie ¿verdad? Yo soy un original.

- Ya le decía yo a Santipolio que usted es un ser olfativo-, dijo con una mueca de satisfacción en el rostro-. El licenciado hizo un buen trabajo.

Tenía más preguntas para formular, pero en ese instante, haciendo uso de sus atribuciones de jefe realizó una imperiosa invitación a reanudar la marcha.

- ¿En dónde estamos?- alcancé a preguntar.

- Ya no voy a responder preguntas mal formuladas. Ahora usted cuenta con material suficiente como para hacer las indagaciones correctas-, anunció Klose ya en su papel de instructor.

- ¿Cuándo estamos?- reformulé.

- Montevideo. Año 1930.

- ¿Y qué venimos a hacer?

Pero Klose ya no respondió.

FIN

Ahora me voy a almorzar. Porque yo los viernes almuerzo solo. Y como lo que quiero (sí, huevos fritos también). Y me tomo un vinito chico con soda y hielo. Y pienso. Y supongo que esta vez pensaré en mis vacaciones.



Tengan ustedes unos muy felices veinte días de paz.

Me retiro con la gloria.


martes, 20 de enero de 2009

EL MISTERIO BAROLO. PREPARATIVOS FINALES.

Síntesis del post: Reflexiones sobre mi destino camino a Montevideo. Reflexiones sobre el Arte, la Filosofía, el Espacio y el Tiempo en Montevideo. Síntesis de todas esas reflexiones. Tibio reconocimiento al licenciado Santipolio. Primer aviso acerca de la despedida (muy próxima ella).


Hotel Victoria Plaza (izquierda). Plaza de la Independencia (centro). Palacio Salvo (derecha)


Veinte de enero.

Mientras observo el Río de la Plata a través de la ventanilla del avión, mientras intento imbuirme otra vez de la mística que supo rodear a esta aventura, también medito sobre los riesgos que conllevan mis decisiones. En poco menos de cinco horas me haré presente en el Palacio Municipal de Montevideo, y al pie de la réplica en bronce del David aguardaré por el arribo de mi destino que, sea de la mano del licenciado Santipolio o de una banda de mafiosos ataviados a la usanza de los años cuarenta, tendrá que revelar su verdadero rostro.

Desde la ventana de mi habitación en la parte vieja del hotel Victoria Plaza contemplo el Palacio Salvo. El gemelo ¿malvado? del Barolo. Es una obra de arte. Como su hermano. Como esta ciudad. Y como Buenos Aires.

Creo en un tiempo no lineal. Creo en los pliegues del Universo. Creo en una excelsa conspiración espaciotemporal del Cosmos que tiene por único objeto la seducción del Ser complejo.

Supongo que esta declaración me coloca de cara a la médula espinal de mi propia filosofía, y eso es un buen comienzo.

Después de todo, y en tren de sintetizar estas dos reflexiones, asumo que el Arte puede servir a la metafísica de un modo concreto y vital.

Belleza y conocimiento.

Puede ser que Santipolio no haya estado tan errado a la hora de elegir la sede de nuestro encuentro.

Cierro las cortinas y, arrellanado entre las tres almohadas de mi cama, me dejo invadir por otros pensamientos. Y creo que de esa forma descanso.

Y me voy.

Pero antes les informo que se acerca el momento de la despedida.

Y que esa despedida será el día viernes, que es un día que me gusta mucho. Porque almuerzo solo. Y como lo que quiero. Y me tomo un vinito chico con soda y hielo.


Tengan ustedes muy buenas tardes.

viernes, 16 de enero de 2009

LA HUELGA DE LAS GALERAS NEGRAS

Síntesis del post: Cuestión previa. Introducción. Algún viejo servicio profesional que me enorgullece. Cumplimiento de parte de las obligaciones del premio que me otorgó Marichu.





Cuestión previa: En realidad no sabía si colgar estas líneas en este blog o en Narrador, y la decisión la tienen ustedes debajo de esta oración. Primero porque para Narrador tengo muchas opciones ya preparadas, y segundo porque creo que con este escrito se me pueden haber volado un poquito los pájaros, y no encaja en el perfil que quiero construir allá.

Introducción: Una de las pocas veces que decidí aplicar las artes de mi profesión en estos años (sabrán ustedes que hace mucho he optado por no ejercerla en el sentido estricto) fue a raíz de un gravísimo conflicto que se generó entre dos sectores con los que, individualmente y por razones que no pienso explicar aquí, mantengo relaciones de amistad y cooperación. Y lo hice no como abogado sino como mediador privado, papel que –debo admitir- se relaciona bastante mejor con mi carácter, aun teniendo en cuenta ese fatalismo intrínseco que me acompaña desde pequeño.

A lo nuestro, que este relato-anécdota no es ni corto ni largo, y no quiero ser yo el que introduzca la variante del tedio justamente el viernes, que es mi día preferido porque almuerzo solo. Y como lo que quiero. Y me tomo un vino chiquito con soda y hielo. Y puedo pensar un poco, que es una de las cosas que me hace bien.

LA HUELGA DE LAS GALERAS NEGRAS

La noche en que los tres sicarios contratados por la mafia de los magos irrumpieron en la sede del sindicato de conejos armados con sus varitas mágicas y sus ametralladoras fue el principio del fin para una amistad milenaria. Varios de los conejos más famosos resultaron muertos, y los pocos que lograron sobrevivir ya no volvieron a confiar en sus antiguos socios.

La represalia no se hizo esperar. Liderados por la cara visible de un conocido fabricante de baterías, los conejos iniciaron lo que años más tarde fue bautizado por los estudiosos como
“La huelga de las galeras negras”, que tuvo un profundo impacto en el gremio de la magia. Era una ingeniosa forma de protesta que consistía en ingresar al sombrero respetando las normas impuestas por el convenio multilateral, pero evitando salir al primer requerimiento. La maniobra produjo verdaderos estragos, y cuando las presentaciones de los magos más respetados comenzaron a cosechar más hortalizas y menos palmas, se tornó necesaria una inmediata reapertura del diálogo.

¿Y quién mejor que Yoni, amigo de la magia, la discreción y la heterodoxia para acercar posiciones?

“Nadie”, pensaron los más encumbrados funcionarios de ambos bandos.

Y de esa forma dio comienzo una gestión que se prolongó por varios meses antes de ver la luz al final del túnel.

En la primera reunión que sostuvimos, los líderes de la coalición de animales al servicio del entretenimiento exigieron que el sector que respondía a las directivas del mago Cacarulo fuera puesto a disposición de la justicia. Todos los conejos sabían que era esa organización la que había facilitado los medios para perpetrar el atentado, pero no tenían pruebas concretas.

Finalmente, con la discusión trabada y los ánimos caldeados, tuve que imponer un cuarto intermedio para organizar una nueva reunión.

El segundo encuentro contó con la presencia de todos los sectores en conflicto. Los ilusionistas, que eran una mayoría abrumadora entre los magos, amenazaban con impulsar el reemplazo de los conejos por las siempre dispuestas ardillas de criadero, aun cuando ello implicaba ir en contra de las tradiciones y el deseo de los niños. Pero como los orejones más experimentados hicieron caso omiso de la amenaza, tuvieron que dar marcha atrás y admitir que la medida era impracticable.

El tiempo se nos escurría entre los dedos mientras los avances en la negociación eran casi nulos. Ambos grupos se habían transformado en enemigos mortales, y la escalada de violencia cobraba nuevas víctimas casi todos los días. Zanahorias envenenadas, galeras explosivas y pañuelos perfumados con curare eran moneda corriente en los camarines que estaban forzados a compartir.

Pronto llegó el momento en el que ya nadie podía dormir tranquilo, y fue ese marco de psicosis generalizada el que aproveché para tender los puentes necesarios hacia la realización de lo que luego bautizamos como “La cumbre de los próceres”.

Dos meses más tarde, y luego de infinitas idas y vueltas, el gran David y el conejo de las baterías se reunieron conmigo en la casa de veraneo que una famosa modelo alemana de rubia cabellera posee en el sur de Francia. Y si bien jamás revelamos los términos del acuerdo alcanzado, el mismo fue beneficioso pora todos los involucrados, y la tan ansiada paz fue restablecida en ese mundo complejo y enigmático.

Y las buenas noticias para el gran David, rey de los ilusionistas, no se agotaron con el pacto que le devolvió el prestigio…

Al poco tiempo se hizo pública la noticia de su inminente paternidad, y con ella se despejaron para siempre las dudas sobre su sexualidad. Sobre todo cuando su blonda novia dio a luz una camada de veintiséis hermosos gazapos.

Satisfacciones como la que acabo de contarles son las que lo impulsan a uno a valorar aunque sea un poquito la profesión.


Ahora el premio...

-----------------------------------------------------------------

PREMIO SEIS PALABRAS:

Marichu, que al parecer se ha retirado a cuarteles de invierno por un tiempito, y nosotros respetaremos su decisión porque no sabemos por qué decidió lo que decidió, me otorgó un premio que me impone como obligación autodefinirme en seis palabrras, y elegir cinco blogs amigos para pasar la posta.

Agradeciéndole de antemano la deferencia, anuncio que pienso cumplir con la primera parte y desestimar la segunda, por las razones que ya expliqué alguna vez aquí.

1- PESIMISTA

2- REFLEXIVO

3- TÍMIDO

4- ESCRITOR

5- INFANTIL

6- CEREBRAL


Tengan ustedes muy buenas tardes.

martes, 13 de enero de 2009

MI AMIGO DARREN

Síntesis del post: Semblante de Darren López, amigo y colaborador. Sospecha sobre una virilidad inmortal. Estrecho vínculo profesional. Los estrambóticos gastos del licenciado Santipolio. Premio otorgado por Marichu.





Darren López tiene al día de hoy noventa y tres años y continúa viviendo solo en la avenida Montes de Oca, en el barrio de Barracas. Es viudo desde que tengo memoria, tiene siete hijos (cuatro mujeres y tres varones) a los que casi nunca ve, un perro salchicha que en años caninos debe andar por su misma edad, y una asistente setentona de nombre Martha que suele visitarlo tres veces por semana para ponerle las inyecciones y encargarse de los quehaceres del hogar.

Yo creo –y esta sospecha corre por mi cuenta y cargo- que el viejo Darren todavía exhibe algunos comportamientos profanatorios para con el físico de esta mujer de ojos débiles y pechos generosos. Vamos… estoy seguro de que son amantes, y que ese amor tiene –oh Dios mío- mucho de físico y muy poco de platónico.

En fin…

Todos los martes por la noche, Darren se reúne a jugar a la canasta con los dos o tres héroes de su grupo de amigos que aún se resisten a dejarse poner la etiqueta en el dedo gordo del pie, y esta simple actividad desarrollada entre botellas de cognac Napoleón y alegres cigarros le sirve para distraerse un poco de los rigores de su trabajo.

“¿Pero cómo? ¿A los noventa y tres años todavía trabaja?”, se preguntarán ustedes sacudiéndose la modorra.

Por supuesto.

¿No se los mencioné?

Darren López es mi contador. Y además de ser mi contador es mi asesor impositivo, que no es lo mismo pero es parecido.

Y les diré, en tren de salvaguardar el buen nombre y honor de este ser humano intachable, que el mayor inconveniente para su desempeño profesional no es su avanzada edad, sino su profunda aversión a los ácaros. En rigor de verdad, más que una aversión es una obsesión que por momentos le impide concentrarse en otra cosa que no sea esparcir insecticida por los más recónditos rincones de su despacho; pero eso para mí es un detalle insignificante.

Fuera de lo dicho no veo mayores trabas para la prosecución de nuestra relación laboral y profesional. Es cierto que Darren está un poco desactualizado con las reformas impositivas, y que gracias a esto yo suelo tributar basado en leyes que han sido derogadas hace más de tres décadas incumpliendo de paso la normativa vigente, pero no lo es menos que es dueño de un olfato infalible. Después de todo fue él quien, en su debido momento, se opuso a la contratación del licenciado Santipolio y a que recibiéramos sus facturas por honorarios profesionales (consejos que por desgracia desoí), así que mal puedo yo quejarme de sus servicios cuando la mitad de las veces hago justo lo contrario de lo que me dice.

Y eso es todo por ahora. Estas líneas guardaban el secreto propósito de presentarles a Darren, un profesional que acompaña a mi familia desde que se recibió allá por el año 1938, y del cual hablaremos bastante seguido en estos primeros meses del año.

Y quería hacerlo hoy, que es su cumpleaños. Hoy, que el estado paupérrimo de mis cuentas revela que nuestra relación, más allá de lo profesional es de pura y sincera amistad. Hoy, que tengo que verlo a las cuatro de la tarde para discutir cómo disfrazaremos frente a la AFIP el último anticipo de gastos que me pidió el licenciado Santipolio.

Y a propósito de Santipolio… ¿alguien sabe qué es y dónde queda el Solanas Inn?

Yo lo único que sé es que es muy caro. Y que el licenciado debe allí unos cuantos dólares.


En otro orden de cosas les comento que Marichu me ha otorgado un premio, y que el viernes sabré responder a una parte de las obligaciones que el mismo me impone.


Tengan ustedes muy buenas tardes.

viernes, 9 de enero de 2009

EL VAGÓN DE LA PRIMERA

Síntesis del post: Algunas maldiciones a Metrovías. Ganas de ir a almorzar. Pequeño incidente mañanero en el subte. Reflexiones variadas.




En el anuncio número tres del último post les comenté, con un poder de anticipación realmente envidiable, que entre los cuatro o cinco temas dominantes del mes de enero iban a figurar las historias en el subte “A”. Y aquí me tienen, presente para cumplir con la palabra empeñada, firme para rumiar mi extensísima lista de agravios contra la empresa Metrovías y bastante apurado para terminar con todo a una hora más o menos decente, porque hoy es viernes, y los viernes yo almuerzo solo, y me como una milanesa de ternera con fritas a caballo, o un buen bife de costilla acompañado de la misma forma (con el equino y el tubérculo), y me tomo un vino chiquito con soda y hielo, y me pongo a pensar, y pienso cosas de lo más variadas, y cuando me quiero acordar ya faltan dos o tres horas para el fin de semana.

Y les anticipo, otra vez con ese poder de anticipación envidiable, que no me voy perder el comienzo del fin de semana por unas cuantas líneas atrasadas, así que a lo nuestro, que estoy bastante apurado para terminar con todo a una hora más o menos decente, porque hoy es viernes, y los viernes yo almuerzo solo.



EL VAGÓN DE LA PRIMERA


Sabrán ustedes que hace un par de semanas el señor Mauricio Macri tuvo la buena idea de inaugurar dos nuevas estaciones del subte “A”, por lo que ahora este simpático trencito que se arrastra tres o cuatro metros por debajo del pavimento a lo largo de la avenida Rivadavia, penetra hasta el corazón mismo del barrio de Flores, o sea, hasta el cruce con la avenida Carabobo.

¡Qué alegría!, dirán los vecinos de la calle Puan que se beneficiaron con la primera de estas dos estaciones, y que, además de que sus propiedades se habrán revalorizado un poco, ya no tendrán que caminar nunca más las seis o siete cuadras que hay hasta la estación Primera Junta, antigua cabecera de la línea.

¡Por fin!, dirán los vecinos de la inefable avenida Carabobo que hasta hace quince días no podían soñar con tomar el subte sin antes cubrir en colectivo la punta de cuadras que los separaban –y los siguen separando- de la mencionada estación Primera Junta, y que ahora se suben muy orondos a ocupar su asiento en los trenes vacíos de la flamante cabecera de línea.

¡La puta madre que los parió a todos!, decimos los vecinos de la avenida Acoyte, que antes subíamos en la segunda estación con un tren razonablemente poblado, y ahora subimos en la cuarta estación, por la puerta, por la ventana o por donde podemos, porque no sé si se han enterado, pero parece que en el barrio de Flores vive mucha gente. Qué digo mucha… muchísima. Toda.

Y señores… estamos en enero. Acá no hay ni la cuarta parte de la gente que tendría que haber.

En marzo, cuando ya estemos todos de nuevo en la ciudad, con el bronceado en franca retirada y estrenando esa corbata horrenda que alguna tía nos regaló en Navidad para recordarnos que las vacaciones no son eternas, la situación se va a poner bastante fea. O compran algunos trencitos nuevos, o me lo apalabran al impresentable de Viviani para que los taxis cuesten la mitad de que cuestan hoy.

En fin…


Hoy a la mañana no me quedó más opción que dejar pasar dos trenes que en su interior –lo juro- transportaban un bloque granítico que no permitía el flujo de humanos en ninguno de los dos sentidos.

Un horror.

Por suerte, cuando ya mi estado de desesperación era manifiesto y la tercera formación se aprestaba a abandonarme en el andén, llegó un gordo muy aguerrido del cual ya les hablé en el párrafo que está justo debajo de la foto de este post (segundo de la historia del blokkkk) y procedió de la misma forma que aquella vez, enviándome más o menos hasta el centro del vagón.

Aleluya.

El único inconveniente fue que luego de esta arriesgada maniobra de abordaje, una señora de pequeña estatura, mediana edad y alta volatilidad se sintió un tanto invadida por el desplazamiento forzado de la masa. Y no les cuento la humanidad de quién constituía la primera línea de la bendita masa porque seguramente ya se lo imaginan.

Se dio vuelta (toda una proeza considerando las circunstancias) y me dijo más o menos lo siguiente:

“A ver querido… ¿me podés sacar el codo de la espalda que me estás dejando sin aire?”

Y luego dijo esto, pero ya a modo de reflexión final, y no estrictamente dirigido a mí:

“Yo no sé por qué se siguen subiendo si ven que no hay más lugar”.

Y entonces yo, que en los escenarios dramáticos, miserables o desesperados alcanzo incluso cierto grado de disfrute, le regalé una amable sonrisa y acto seguido le contesté más o menos esto:

“Señora, el vagón de la primera es el de adelante”.

Y como la gente se reía –y mucho-, la señora concedió un “touché” facial, sonrió y siguió en lo suyo, que supongo sería aguantar el olor corporal de la famosa masa, porque los amontonamientos son la pesadilla de la gente chiquita.


Giré la cabeza para el otro lado y una señorita con unos ojitos verdes de lo más expresivos (muy bonita ella) me sonreía con efusión. Solapadamente diría yo si tuviera cuarenta años más de los que tengo. Pero como este escenario ya no era ni dramático, ni miserable ni desesperado me alboroté. Y sonreí, pero más con timidez que con agresividad. Y después bajé la mirada. Y supongo que me puse colorado. Y me arrojé al exterior en la estación Saenz Peña, como siempre. Y mientras miraba la sombra del Palacio Barolo a contraluz desde la escalera mecánica, me pregunté por qué siempre me pasan cosas en el subte. Y me pareció una pregunta tonta...


Tengan ustedes muy buenas tardes.

lunes, 5 de enero de 2009

CALOR, SOLEDAD Y UN PAR DE ANUNCIOS

Síntesis del post: Mucho resentimiento. Soledad. Calor. Anuncios. Más resentimiento. Algo de rally, que no me interesa un pito pero que igual lo miré desde la oficina.


I'm home. All the time it was... We finally really did it. You maniacs! You blew it up! Ah, damn you! God damn you all to hell!


Admitámoslo, esta ciudad es un desierto. No quedó ni el loro, y más allá de que esto sea algo muy conveniente a la hora de gastar suela, no es menos cierto el hecho de que uno comienza a imaginar a los afortunados que se encuentran panza arriba en la costa y tiene ganas de que les llueva de acá hasta fin de mes.

En fin… me siento como el bueno de Charlton Heston en la escena final del planeta de los simios, solo que ni siquiera tengo un mar para chapotear.

Un espanto. Mucho calor, mucha incomprensión y una mujer que no me habla.

Está bien… esto último no es producto de una involución de la raza por culpa de la bomba atómica y el paso de los siglos, sino de que me dejé la toalla mojada encima del cubrecama y después hice un berrinche porque tengo hambre y no quiero comer lechuga. Pero en el fondo es más o menos lo mismo. La encrucijada del señor Heston y la mía tienen muchos puntos de contacto.

Bueno, sí, estoy de mal humor. ¿Y qué?

Estoy un poco rabioso. Pensé que iba a disfrutar esta sensación de tener la ciudad entera para mí, pero al primer día de calor intenso se me derritió el optimismo en el pavimento de la nueve de julio. Y todavía me quedan exactamente veinte días de sufrimiento, así que agárrense del asiento porque las visitas a este espacio podrían resultar menos gratas de lo que ya son.


Pasemos ahora al motivo real del post, que no son más que tres anuncios insustanciales desde la colina del resentimiento:

1- Ha vencido el plazo para reclamar un YONI 2008: Sí, el plazo venció el 31 de diciembre, así que habrá que esperar hasta el último mes de este año para la presentación de las nuevas estatuillas que, de más está decirlo, otra vez serán íntegramente producidas por la mano del artista.

2- Potente Gen 2009: La sección Potente Gen de Me tacho la doble, en su versión 2009, será lanzada al mercado una vez que este servidor regrese de sus merecidas vacaciones. Y esto ocurrirá recién a mediados del mes de febrero.

3- Ocio: Del punto anterior se desprende claramente que tengo pensado consagrar este mes al ocio. Artículos, reflexiones, misterios, viejas desgracias e historias en el subte “A” serán los temas dominantes hasta el día de la despedida (el 24 o 25 de enero).



Quedan ustedes debidamente notificados.


Ahora sí, unas fotos de los autitos del rally sacadas desde mi oficina de Avenida de Mayo el viernes pasado. La verdad es que esa actividad no me interesa ni un poco, pero los motores lograron dispersarme (algo que, como ya habrán notado, no es muy difícil).


Fotito chiquita de toda la gente asaltando una camioneta en Avda de Mayo y Santiago del Estero


Acá ya me iba y le saqué a uno que pasaba


Un Okupa mirando desde el edificio de enfrente


Embotellamiento de pilotos


Helicóptero cholulo


Tengan ustedes muy buenas noches.

viernes, 2 de enero de 2009

LOS CONTADORES

Síntesis del post: Apertura del año. Anécdota en plena excursión laboral. Algunas reflexiones intercaladas. Y nada más, porque aunque ya sea viernes, y aunque los viernes yo siempre suba un Potente Gen, todavía no ha comenzado el año formal.






Buenas noches. Interrumpo mi pequeño idilio con el ocio para celebrar con algunas oraciones desafortunadas este asunto del cambio de año, y de paso relatarles un hecho notable que se registró a fines del año pasado y que, como casi siempre, me tocó presenciar por culpa de esa maldita intuición para detectar las miserias propias y ajenas.

A lo nuestro, que a pesar de sentir estas repentinas ganas de escribir también siento otras cosas. Por ejemplo, un dolor de cabeza atroz, una revolución en tres o cuatro sectores del aparato digestivo y un pinchazo en la cara posterior del muslo izquierdo. Sí, un pinchazo. Creo que me desgarré en un heroico pique corto en el supermercado chino para llegar a la caja antes que una anciana bastante desmejorada. Un papelón.

No me miren así, no soy un desalmado. Yo tenía solo una coca zero y un paquete chico de papas fritas, y la vieja se había cargado medio supermercado adentro del carro.

Y sí, por si se lo están preguntando, llegué antes.

Bien… ¿en qué estaba?

Ah sí, a lo nuestro.

Las oraciones desafortunadas se las debo. Vamos a comenzar directamente con la anécdota, y la vamos a hacer –se los prometo- más o menos cortita. Este es un post solo para despuntar el vicio, y nada más. Si lo alargo mucho es porque soy un villano traidor que no tiene remedio.



LOS CONTADORES

Fecha: Martes 30 de diciembre.

Escenario: Edificio de oficinas en la calle Lavalle entre San Martín y Reconquista.

Protagonista uno: Portero del edificio.

Protagonista dos: Guardia de seguridad del edificio.

Testigo ocasional: Yoni, que justo andaba por ái por cuestiones laborales.


Llego al edificio alrededor de las once y media de la mañana luego de caminar de prisa y en silencio desde la Avenida de Mayo y Santiago del Estero.

Saludo al portero, saludo al guardia de seguridad que se encuentra detrás de una especie de mostrador, subo y liquido mi asunto en menos de quince minutos.

El hecho notable ocurre cuando bajo y me apresto a abandonar el inmueble.

Se abre la puerta del ascensor y me encuentro con estos dos muchachos (el guardia y el portero) amontonados sobre el mostrador, observando un cartón o papel tamaño oficio, cantando una serie de números que en ese instante me parecieron aleatorios y celebrando a viva voz cada vez que el destino convalida la presencia de alguno de estos numeritos en el cartón.

“Estos están jugando al Bingo”, me digo con una inocencia que de haber existido otro testigo me habría dejado en ridículo.

No señores, no estaban jugando al bingo.

¿Y qué hacían entonces?

Termino de pintar el cuadro:

Che… ¿y el 25?

¡Vaaaaaaamos!

¿Y el 9?

¡Síiiiiiiiiiiii!

¿El 17 también?

¡Bueeeeena!


Hasta luego muchachos. Y muchas felicidades.

Hasta luego Señor Yoni. Dígame una cosa… ¿el 11 de septiembre es feriado?

Creo que es un asunto de los maestros, muchachos. A nosotros no nos agarra, pero tendrían que confirmarlo.


Y me retiro con el enigma resuelto. Y se me dibuja un atisbo de sonrisa en una ínfima porción del rostro debajo y a la derecha del labio inferior. Y me pongo a caminar. Y pienso en estos auténticos fanáticos del trabajo que ya el 30 de diciembre a la mañanita le han hecho el circulito colorado con compás a todos y cada uno de los feriados que aguardan por ellos el año entrante. Y comprendo que tienen mucha suerte. Suerte con la distribución del ocio en 2009, por supuesto (prácticamente todas las fechas patrias caen en día hábil). Y también –por qué no- otra suerte más grande y más útil…

La inmensa fortuna de saber y comprender (esto último es lo verdaderamente difícil) que su descanso es inexorable, inmodificable y sagrado. Y que no son imprescindibles para nadie.

Y me pongo contento.

Más por mí que por ellos.

Pero por todos.

La felicidad, pequeña o grande, propia o ajena, siempre debe celebrarse.


Tengan ustedes muy buenas noches.