Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

viernes, 28 de agosto de 2009

SIN FIRULETE Y POTENTE GEN

Síntesis del post: Artículo completo y sin firulete de naranja. Potente Gen, porque es viernes, y los viernes yo siempre subo un Potente Gen.

La tarde del domingo se presenta soleada y no tan fresca como debiera tomando en cuenta la estación reinante, por lo tanto este humilde servidor se apersona en un conocido Shopping de la ciudad de Buenos Aires. Concurre en contra de su voluntad, dado que él hubiera preferido permanecer en su casa para poder -en el marco del proyecto nacional y popular- ver el fútbol en vivo y en directo. Pero no todo es posible en esta vida, y algunas causas no merecen el sacrificio de una sublevación.

Me entrego mansamente a un minucioso recorrido por los pasillos del monstruo comercial dispuesto a contribuir con la máxima de estimulación del consumo, tan importante durante una época de crisis como la que nos aqueja. Lo que busco, concretamente, es un pantalón que me guste lo suficiente como para olvidar por un instante que van a cobrarme una pequeña fortuna por un pedazo de tela cortada y cosida por un grupo de individuos reducidos a una condición muy similar a la esclavitud, y para lograr el objetivo ingreso al local de una afamada marca.

Punchi punchi punchi punchi. El volumen de la música agrava dramáticamente mi mal humor, y mi núcleo familiar –que me conoce y se ha percatado de ello- emprende una cobarde huída poniendo como excusa una necesidad fisiológica impostergable.

No me importa.

Una señorita con expresión suicida (que para colmo va vestida de negro) me dice algo. Es una vendedora, o eso asumo, porque en rigor de verdad parece que estuviéramos jugando al “dígalo con mímica”. Como puedo le comunico mis intenciones, y de inmediato ella le echa un ojo a mis glúteos para calcular las dimensiones sobrenaturales de la mencionada (o graficada a través de señas) prenda.

Punchi punchi punchi punchi.

Al rato regresa con un modelo distinto del solicitado, y luego de alegar escasez de talles me sugiere que pruebe ese otro, que a ella le gusta muchísimo.

Me niego. Insiste. Me encapricho. Sonríe. Gesticulo. Me pone mala cara. Me doy vuelta y enfilo para la puerta.

Creo que intenta detenerme. Incluso me grita algo, pero yo lo único que escucho es punchi punchi punchi punchi.

La necesidad fisiológica de mis mujeres debe ser de clase dos, porque ya pasaron más de quince minutos desde el fin del incidente y ellas aún no han aparecido.

Irrumpo en otro local. Estoy que me llevan los vientos.

Una señorita se arrastra de muy mala gana hasta mi posición. A pesar de que su tarde transcurre en la más absoluta soledad, da la impresión de que no desea ser molestada.

Con paciencia le explico mis intenciones, y entonces ella alza el brazo derecho y extiende su dedo índice en dirección a un pequeño montículo azul, que asumo está compuesto por pantalones.

Le digo que no estoy demasiado seguro de lo que busco, y me responde que esos son todos los modelos que tiene, y que por atrás tengo un probador. Por lo tanto alzo mi brazo izquierdo, coloco la mano a unos cinco centímetros de su rostro y extiendo el dedo mayor en dirección al techo. Si se trata de extender el dedito con el afán de comunicar una idea con claridad, a mí no me va a ganar cualquier palurda. Acto seguido abandono el establecimiento sin que la señorita intente detenerme. Es que eso implicaba un esfuerzo inadmisible.

A pocos metros me cruzo con mis mujeres, que ni bien me ven me siguen el paso hasta el auto sin abrir la boca.

Algunas situaciones no necesitan el adorno de la palabra.

Tendría que haberme quedado viendo el fútbol, aun cuando ello implicaba torturarme con el club atlético river plate, que si se trata de arrastrarse de mala gana figura al tope de todos los rankings. Jamás debí salirme del marco del proyecto nacional y popular.

Esto me pasa por oligarca.



Ahora a lo nuestro:

POTENTE GEN

Gen Fiennes

Ralph, hermano mayor.

Ralph y Joseph, hermanos.

Joseph, hermano menor.

Ralph y Joseph, actores.

No les voy a mentir: Este es un PG para entendidos. Es potentísimo, pero no descarto que nos veamos obligados a soportar el embate de los ignorantes.

No digan que no les avisé.


Tengan ustedes un populoso fin de semana.

martes, 25 de agosto de 2009

ARTÍCULO INCOMPLETO Y FIRULETE DE NARANJA

Síntesis del post: Introducción al arte conceptual. Obra de arte propia. Pequeña justificación final en forma de ataque.

Buenos días:

Según Wilkipedia, el arte conceptual, también conocido como idea art, es un movimiento artístico en el que las ideas dentro de una obra son un elemento más importante que el objeto o el sentido por el que la obra se creó.

En síntesis, uno puede hacer lo que le venga en gana, como si fuera Marta Minujín, Andy Warhol o Diego Maradona.


¿Y por qué no aplicar estos conceptos a la palabra escrita?

¿Qué impedimento existe?

Ciertamente ninguno.

En consecuencia, y como hoy estoy en uno de esos días en los que me importa poco el qué dirán, tengo el orgullo de presentarles una obra que revolucionará el mundo de las letras:

¡ARTE ARTE ARTE!

Con ustedes...


ARTÍCULO INCOMPLETO Y FIRULETE DE NARANJA

La tarde del domingo se presenta soleada y no tan fresca como debiera tomando en cuenta la estación reinante, por lo tanto este humilde servidor se apersona en un conocido Shopping de la ciudad de Buenos Aires. Concurre en contra de su voluntad, dado que él hubiera preferido permanecer en su casa para poder -en el marco del proyecto nacional y popular- ver el fútbol en vivo y en directo. Pero no todo es posible en esta vida, y algunas causas no merecen el sacrificio de una sublevación.

Me entrego mansamente a un minucioso recorrido por los pasillos del monstruo comercial dispuesto a contribuir con la máxima de estimulación del consumo, tan importante durante una época de crisis como la que nos aqueja. Lo que busco, concretamente, es un pantalón que me




Quedará en sus mugrosas conciencias si piensan que no tuve tiempo de terminar el artículo.

Tengan ustedes muy buenos días.

viernes, 21 de agosto de 2009

MI SOCIEDAD SECRETA / POTENTE GEN

Síntesis del post: Anhelo de clandestinidad. Concreción. Resumen de operaciones. Operación fallida. Potente Gen, porque es viernes, y los viernes yo siempre subo un Potente Gen.

Desde que era así de pequeñito conviví con el sueño de formar parte de una sociedad secreta. La oscura ambición de ser algo parecido a un caballero templario, un illuminati o un masón. Siempre quise convertirme en un personaje envuelto por un halo de misterio irresistible para mi círculo de amigos, familiares y conocidos. Que la sola mención de mi nombre en cualquier tertulia habilite un murmullo generalizado, un paquete de conjeturas fantásticas o una ronda de leyendas inventadas. Ser, en pocas palabras, un ente misterioso y deseado.

Ahora bien, el hombre de acción jamás se queda varado en las praderas oníricas, sino que se lanza decidido a la concreción de sus deseos sin importar lo descabellados que parezcan. Y yo, debo confesarles, soy un hombre de acción.

En estos últimos días le he dado vida a la tan mentada sociedad secreta. Lo hice con dos de mis amigos que, en más o en menos, comparten esta voluntad de ocultación aunque hayan traído a la mesa una serie de ideas propias que deberán ser discutidas en las futuras reuniones. Así es la vida de los entes plurales, un delicado juego entre el consenso y el disenso que exige la máxima atención de todos los participantes.

Aquí un detalle de los avances que hemos producido hasta el momento, y de los inconvenientes que aún debemos sortear:

Las reuniones serán una vez a la semana, por la noche. En la primera llegamos a la conclusión de que lo excitante de participar en una agrupación de estas características es el asunto de la clandestinidad, y no tanto las actividades a realizar. Y como los tres adolecemos de una falta de imaginación pavorosa, por el momento la sociedad carece de objeto. Es decir que tenemos muy claro el hecho de que nos estamos ocultando, aunque no hemos sido capaces de determinar el porqué.

Más tarde se procedió a elegir un presidente, un secretario de actas y un operador, aunque luego el primero solicitó cambiar la denominación de su cargo por otra que lo hiciera sentir un poco más representado. Ahora tenemos un chamán, un secretario de actas y un operador, que cumplen tareas relacionadas con la estrategia, el registro y la ejecución respectivamente.

Arribados al pináculo del razonamiento deductivo comprendimos que la satisfacción aportada por la clandestinidad no es completa si no existen individuos que la infieran, la sospechen o se obsesionen de algún modo con ella. Por lo tanto este secretario de actas (ya les dije en alguna ocasión que me encanta ese cargo, así que no sé por qué me miran así) propuso que cada uno actuara de un modo sospechoso frente a su mujer, y luego se negara a proporcionar los detalles del caso, maniobra que fue ejecutada a la perfección por las dos terceras partes del grupo, y en forma catastrófica por el tercio restante.

El chamán simuló una conversación telefónica ante la mirada atenta de su señora, y luego de pronunciar ocho o diez monosílabos cortó la comunicación arguyendo que no era el momento apropiado para hablar. Luego, ante el requerimiento de ella, dijo que se trataba de un proyecto de índole laboral, y que no podía discutirlo con personas ajenas al mismo.

Este secretario de actas aguardó una hora sentado en la mesa del comedor a que llegara la señora Bigud, y apenas se abrió la puerta procedió a guardar apresuradamente una serie de papeles en un maletín con clave numérica, negándose luego a brindar detalles de su extraño comportamiento.

En cambio el operador fue sorprendido por su mujer mientras preparaba la celada, e inmediatamente se lo sometió a una declaración indagatoria que nada tuvo que ver con la que él tenía en mente para su escenario controlado.

Acorralado por las circunstancias acabó confesando entre lágrimas su pertenencia a una agrupación clandestina, y como al ser preguntado por el objeto de la misma no supo qué responder, se vio forzado a proporcionar el nombre de sus cómplices.

En un desesperado intento por conservar algo de su dignidad cobardemente subastada solo mencionó al chamán, aunque la respuesta fue recibida con un lapidario “si están ustedes dos seguro que también está el otro zángano” (El otro zángano es este humilde servidor, que si bien por ahora logró salvar la ropa ha quedado en una posición que es, como mínimo, precaria).

El hombre continuó con su frenesí delator hasta que la señora se dio por satisfecha, y lo peor de todo es que no existe forma de cuantificar los daños que ocasionó porque no recuerda nada acerca del interrogatorio.

En fin… la de ayer fue una reunión de capa caída. La segunda reunión de una sociedad secreta carente de objeto aunque rebosante de problemas. Se transcribió al acta una relación sucinta de los hechos de la jornada anterior, se discutió la posibilidad de una severa sanción para el operador y se comenzaron a planear las maniobras de distracción a través de las cuales intentaremos recomponer el estado de cosas.

Es cierto que hemos logrado que nuestra clandestinidad sea inferida o sospechada por tres personas que además se han obsesionado (y cómo) con ella, pero no lo es menos que de ninguna manera nos hemos cubierto con ese halo de misterio y deseo que iba a transformarnos en el epicentro de cualquier tertulia.

Creo que la constitución de esta sociedad secreta no ha sido una de mis ideas más lúcidas, y que algunos de los socios no son los feroces guardianes de secretos que yo suponía.


Ahora a lo nuestro:


POTENTE GEN

Gen Korol


Adrián en fondo violeta.

Alejandro en fondo violeta.

Alejandro y Adrián en fondo gris.

Diego Armando, el más conocido.

Adrián y Alejandro en blanco y negro.

Sinceramente no me parece que haya nada para discutir, pero con algunos de ustedes nunca se sabe.

Curiosidad: El menor es el único Diego Armando del planeta que fue bautizado así antes de que Maradona se hiciera famoso.


Tengan ustedes un clandestino fin de semana.

martes, 18 de agosto de 2009

LAS CUATRO OPERACIONES BÁSICAS

Síntesis del post: Las cuatro operaciones básicas. Consejos prácticos para ganar el primer premio en un concurso.



Buenos días:

Asumo sin temor a equivocarme que todos los que leen este espacio en forma habitual conocen las cuatro operaciones básicas, y dominan a la perfección el orden y las combinaciones posibles entre ellas. No es algo muy difícil de aprender, y tampoco es un secreto de Estado. Sin embargo, parece que existen individuos cuyo paso por los diferentes establecimientos formativos a lo largo del primer cuarto de siglo de vida ha sido, como mínimo, poco feliz.

Mejor seamos francos, que en este pequeño reducto afín a la polémica, la tergiversación y la falacia, nadie se va a ofender por el simple hecho de leer otra denuncia basada en testigos de oídas y hechos discutibles.

Decía, entonces, que no han aprendido absolutamente nada, y eso se nota es su proceder habitual. En el hogar, en el trabajo, en el vehículo particular y, lo que es peor, en la vía pública.

Si les parece una idea apropiada, les propongo que repasemos cuáles son estas cuatro operaciones básicas que todos debemos conocer.

Sí, ya sé que las saben desde pequeños, pero les pido que tengan un poco de paciencia. Esto no es solo un capricho mío. Lo hago más que nada para eximir de una pregunta oprobiosa a aquellos que, por vergüenza o simple desinterés, vienen asintiendo desde que empezaron a leer el post, cuidándose muy bien de no revelar que en su fuero más íntimo no tienen la más pálida idea de lo que estamos hablando.

Las cuatro operaciones básicas son las siguientes:


Saco, miro, hago bolita y tiro.

Y esto no admite variantes de ningún tipo.

Sepa que si usted saca el pan del horno de otra manera es un perfecto maleducado, y jamás ganará ese premio que tanto anhela.

Sí, el del torneo de elegancia y buenos modales, no se haga el tonto.

Bueno, está bien, si no quiere no lo admita. Me da lo mismo.


Antes de irme dejo aquí dos consejos y algunos ejemplos prácticos que si bien no servirán para asegurar el primer puesto en el torneo, al menos serán útiles para no perder en primera ronda. Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

1- Jamás suprima ninguna de las cuatro operaciones.

Este horrendo vicio es muy común en lo referido a la tercera operación. El individuo saca, mira y tira. Así, sin hacer bolita. Entonces lo que lanza se asemeja mucho más a un asteroide que a un proyectil de aire comprimido. Y eso nunca gusta en el seno del jurado.

También ocurre mucho con la segunda operación. El individuo no observa con detenimiento el producto, y entonces la bolita es imperfecta o arrastra algún pelo nasal. Eso es motivo de descalificación.


2- Jamás reemplace alguna de las cuatro operaciones por otra.

La aberración más común es el famoso y nunca bien ponderado, saco, miro, hago bolita y como. Sepa que eso, además de ser una porquería, acarrea una suspensión del torneo por cinco temporadas. Aunque el año que viene llegue usted con una bolita que sea la réplica en miniatura del balón oficial del mundial de Sudáfrica, no lo dejarán participar. Está muy mal visto. Repita conmigo: Tiro, no como.

Otra imprudencia es modificar la tercera operación. Saco, miro, hago una creación libre y tiro. Sepa que esto no es una competencia de escultura. Aquí no se premia la creatividad, sino el apego al libreto. Haga la bolita y tire. Y si se queda con ganas de más, compre plastilina cuando vuelva a su casa.

No se le ocurra fracasar durante la primera operación, porque eso también se toma como reemplazo operativo, y es sinónimo de último puesto. Practique ese saco, que debe ser limpio, rápido y eficiente. Si en el instante de la extracción se le forma el “puente de cristal” (cola líquida y transparente que va desde la base de la nariz hasta el dedo índice) no le va a ser sencillo recuperar terreno en la consideración del jurado. Y eso sin mencionar que hacer la bolita con ese líquido transparente es una misión imposible. Si le ocurre eso abandone. Siempre habrá otra chance el año que viene.



Hasta aquí.

Espero haber sido de alguna utilidad. Ahora me voy a contestar los comentarios del último post. Ténganme paciencia.

Es todo.

Tengan ustedes muy buenos días.

viernes, 14 de agosto de 2009

NO PUEDO / POTENTE GEN

Síntesis del post: Llamado a la solidaridad. Potente Gen, porque es viernes, y los viernes yo siempre subo un Potente Gen.

Buenos días:

Vamos a hacer las cosas rapidito porque hoy tenemos muy poco tiempo, así que presten atención. Si no se me dispersan y satisfacen mi demanda del día voy a quedarles eternamente agradecido, y como todos somos grandes y tenemos carnet de conducir, sabemos de sobra que un favor se paga con otro favor, y que por estos días tener un crédito en vez de una deuda no es algo para despreciar alegremente.

Son muchas las cosas que yo puedo soportar sin sentir que el mundo se derrumba sobre mi cabeza. Muchas. Pero todo tiene su límite.

Puedo levantarme temprano para salir a trabajar. Puedo llevar a mi hija al colegio manejando y jugando al veo-veo al mismo tiempo. Puedo privarme de un buen almuerzo o una buena cena. Puedo lidiar con un dolor de cabeza propio y con uno ajeno. Puedo escuchar las quejas de mi vecina. Puedo hacer de secretario de actas en una asamblea de consorcio, o de cualquier otra clase. Puedo viajar apiñado en el subterráneo. Puedo comprender un error profesional. Puedo ceder en una discusión monetaria…

Y todo con la misma cara y la misma solvencia.

PERO NO PUEDO TENER TRECE SEGUIDORES.

Puedo tener doce (aunque eso implicaría que alguien se borre).

Puedo tener catorce, quince, dieciséis o dieciocho.

Pero no trece.

No puedo subir ningún artículo en Narrador mientras esa situación no sea remediada.

Y no. No puedo seguirme a mí mismo.

Confío en ustedes. En cualquiera de ustedes.

Ahora a lo nuestro:

POTENTE GEN

Gen Contepomi

Bebe

Manuel

Felipe

Manuel y Felipe, mellizos.

Los tres.

Como habrán observado, el de hoy es un gen extraño. Son Manuel y el Bebe los que no pueden negar su vínculo sanguíneo, y sin embargo es Felipe el mellizo de Manuel.

En mi humilde opinión (no sé qué opinarán ustedes) el PG es entre Manuel y el Bebe, porque en el caso de Felipe se licuó. Esto demuestra a las claras que el PG no respeta estrictamente la estrechez del parentesco, por lo que considero que hemos avanzado un paso más en esta apasionante investigación.

Y ahora me voy contento. Ya saben el porqué, así que les propongo ahorrarnos las explicaciones.


Tengan ustedes un extenso fin de semana.

PS: Les pido disculpas si hoy no llego a encontrar tiempo para visitar sus respectivos hogares. Si –efectivamente- fallo, prometo aparecer durante el fin de semana.

martes, 11 de agosto de 2009

ES IRROMPIBLE

Síntesis del post: Nuevo galardón. Agradecimiento. Breve reflexión política.

Cuestión previa:

Carugo -orgulloso titular de uno de los mejores blogs que están prosperando en este vecindario- me ha otorgado un nuevo galardón que agradezco sinceramente.

Y como la de hoy es una distinción personalizada, de esas que surgen como un acto espontáneo y sin imponer ninguna contraprestación, me toca confesarle al amigo Carugo que logró alegrarme el día aunque en el fondo sepa que estoy algo flaco en la parte de los merecimientos.

Muchas gracias, primero por haberse tomado semejante trabajo (sé que el costo del mismo lo ha puesto de cara a una cruel monorquidia), y segundo por haber pensado en este humilde servidor.

Me reconforta que disfrute de mis formas, más allá de lo que pueda pensar de mis fondos.




¡MUCHAS GRACIAS CARUGO!


Ahora a lo nuestro, que es solo una brevísima reflexión de carácter político:

Leandro N. Alem

El 1 de julio de 1896, dentro del coche que lo conducía al Club del Progreso, se suicida Leandro Nicéforo Alem, caudillo, político, revolucionario y fundador de la Unión Cívica Radical. Uno de los hombres más interesantes y fructíferos que ha dado la política nacional en sus casi doscientos años de vida.

En su testamento político (emocionante por cierto), Alem escribe la que tal vez sea –injustamente- su frase más memorable: “¡Sí! Que se rompa, pero que no se doble.”

Años más tarde esas palabras pasaron a formar parte de la marcha radical, y de esa manera se transformaron en un emblema partidario cuya vigencia no viene al caso discutir aquí.

El caso -sí- es que en el número 114 de la calle Formosa, en el barrio de Caballito, existe un histórico comité radical en el que hace nido un sector de la juventud (radical) que se hace llamar -con un sentido de la oportunidad y un rigor histórico verdaderamente conmovedor- “Los Irrompibles”.

Les faltó agregar, a modo de aclaración, que ellos podrán torcerse un poquito, pero jamás quebrarse.

Como radical que soy (ya lo confesé en alguna oportunidad en este espacio), el blog de estos muchachos me produce tanta vergüenza ajena que ni siquiera voy a facilitarles el link. Me niego a convertirme en un vehículo hacia la degradación del pensamiento, la utilización de los próceres y la ignorancia de la tradición.

Se me dirá que cuando Alem escribió esas palabras quiso decir que prefería la ruptura antes que el contubernio, y yo concederé con una sonrisa.

Pero sigo pensando que el nombre es sumamente desafortunado, porque anuncia explícitamente que cualquier cosa será posible antes de que estas luminarias se quiebren.

Miren que había nombres para elegir…


Es todo lo que tenía para decir.


Tengan ustedes muy buenos días.

viernes, 7 de agosto de 2009

UNO BAJO EL PAR / POTENTE GEN

Síntesis del post: Dominación del mundo. Monorquidia. Teoría. Conclusión. Potente Gen, porque es viernes, y los viernes yo siempre subo un Potente Gen.

Buenos días:

Gracias a un complejo ejercicio de observación y comparación sin precedentes en este medio, me he percatado de que el principal anhelo de buena parte de la fauna virtual consiste en la dominación del mundo por la vía que sea y a cualquier precio. Este dato surge del análisis pormenorizado de un alto número de perfiles de blogger, incluido el de este humilde servidor. No es una afirmación al azar, así que ahora no pretendan ocultar sus verdaderas intenciones, que ya nos descubrí a todos.

Sí estimados, es cierto. Todos pretendemos someter el mundo a nuestro capricho y tenemos la osadía de declararlo, aunque solo unos pocos elegidos se animarán a transitar ese sendero que va desde el pensamiento inocuo hasta el acto nocivo. Solo aquellos que posean un destino de libro de historia pagarán ese elevado precio por materializar su deseo. Solo los espíritus indomables azotarán el lomo de un mundo esclavo sin temor a las represalias.

Solo ellos. Ellos o los que cumplan con tres requisitos que pienso detallar en breve, así que si usted anda un tanto escaso de valor para pasar del pensamiento al acto, sospecha que su destino está lejos de las páginas de un libro de historia y encima su espíritu ha sido domado por su madre, su esposa o un marinero polaco, no desespere. Aún no es demasiado tarde para concretar su sueño de convertirse en el amo y señor de este pequeño cascote galáctico.

Aquí mi teoría:

Resulta que durante mi estadía en la Madre Patria me enteré de que Napoleón Bonaparte, Adolfo Hitler y Francisco Franco eran monórquidos*. Un dato revelador.


Por supuesto que de inmediato comprendí que eso no pudo ser obra de la casualidad, así que me puse a investigar el asunto en profundidad.

Sí, ya sé que Hitler fue un personaje deplorable y Franco es odiado por buena parte de la sociedad española (dejemos a salvo al pequeño general francés), pero en este caso no se trata de analizar las atrocidades cometidas, sino de comprobar la relación entre la monorquidia y la voluntad de dominación del mundo, si es que hubiera una. Napoleón Bonaparte era un genio militar, estaba en su naturaleza. Adolfo Hitler era un genocida, estaba en su naturaleza. Francisco Franco era un autoritario, estaba en su naturaleza. Pero la obsesión por dominar el mundo nació más tarde, y vino a tapar una ausencia. Es esa la comprobación que perseguimos.

Es bastante claro que Hitler y Bonaparte encarnaron los dos últimos intentos serios de dominación mundial. Y aunque ustedes me digan que Franco jamás tuvo esos delirios, no me podrán negar que hizo su pequeño ensayo a escala local.

“¿Entonces para dominar el mundo me tengo que provocar una bruta monorquidia?”, preguntarán algunos de ustedes con la mano derecha defendiendo la zona en cuestión.

“Sí”, diré yo. Y agregaré que si alguna vez el precio de París fue una misa, el mundo bien puede valer un testículo. No sean llorones.

Por desgracia la investigación del asunto me llevó a niveles más profundos, y pronto caí en la cuenta de que esa no era la única característica que compartían los tres individuos estudiados.

Hasta ahora solo se habían frustrado las aspiraciones hegemónicas de las mujeres, los eunucos y los transexuales, porque la monorquidia no solo implica la ausencia de un testículo, sino también la presencia del otro. Pero hete aquí que estos muchachos además eran militares de corta estatura, y ahí ya somos varios los que caemos en la volteada.

La conclusión del estudio es terminante: La monorquidia desencadena una férrea voluntad de dominación mundial en los militares petisos.

Así que ya lo sabe: Si usted tiene la suerte de ser petiso y no se le ocurre nada interesante para hacer, solo debe aprenderse el camino al Regimiento Patricios y poseer un cuchillo bien afilado para que –luego de usarlo donde corresponde- le entren unas ganas bárbaras de dominar el mundo.

Aproveche, que algunos no nacimos con sus condiciones y estamos condenados a confesar nuestro deseo oculto en el perfil de blogger.



Y ahora a lo nuestro:

POTENTE GEN

Gen Kidman


Nicole, hermana mayor.

Antonia, hermana menor.

Nicole y Antonia, distintas pero iguales.

Hoy no voy a admitir discusiones. El gen es patente, y provoca que aun siendo distintas, estas mujeres revelen su vínculo sanguíneo en cada foto.

Y ahora me voy contento porque es viernes. Y creo que ya no les tengo que recitar lo que hago los viernes.


* Monorquidia: Existencia de un solo testículo en el escroto.


Tengan ustedes un primoroso fin de semana.

martes, 4 de agosto de 2009

FAUNAS

Síntesis del post: Reflexiones sobre la puntualidad. Larga espera. Reflexiones sobre el cariño. Personajes. El histrionismo.



Llego al aeropuerto de Ezeiza con mucha anticipación. En realidad llego a todos lados con mucha anticipación, porque al contrario de la mayoría de la gente, el problema conmigo es que se me suele hacer temprano.

No soy puntual. No. No dije eso. Presten atención, que no es una idea tan compleja y encima el artículo no tiene nada que ver con ella. Si empezamos así…

Dije que jamás aparezco en ningún sitio a la hora señalada, sino mucho más temprano. En rigor de verdad puedo aparecer entre cinco minutos y dos horas antes, dependiendo de la magnitud del evento, aunque el formato estándar suele ser de unos quince minutos.

Eso dije. ¿Vieron que no era tan difícil?

Me abro paso entre la marabunta y logro aferrarme al pie de un gigantesco monitor que anuncia que me confundí con el horario de arribo del vuelo de mis mujeres. Llegan a las diecinueve y treinta, no a las dieciocho y treinta. Este pequeño detalle unido a esa extraña afición por la impuntualidad de anticipación, y a la magnitud del evento (enorme para un simple formato estándar), me coloca de frente a un par de horas de absoluta soledad y, tal vez, algo de meditación.

Luego de dar algunas vueltas cual cóndor en los Andes peruanos en busca de un asiento, consigo uno de privilegio (a metros de la puerta de salida de los vuelos) y me pierdo por fin en la marea de mis pensamientos.

Pienso muchas cosas. Algunas muy tontas, otras más lúcidas e incluso una o dos de corte netamente erótico; aunque la que persiste en mi cabeza es una de las tontas, como siempre.

Aquí está el asunto:

Opino que a la hora de las despedidas y los reencuentros (hablo de las separaciones transitorias, de esas que forman parte del normal transcurrir de la existencia) todos somos un poco histriones. Y para alguna gente ese histrionismo es la única forma confiable de medir el cariño. Entonces necesitan demostrar a los ojos de los demás un desborde anímico a la altura de las circunstancias, y ahí es donde las cosas se les van de las manos, conduciéndolos al terreno inmisericorde de la vergüenza ajena.

Al parecer una selección de basquet obtuvo una medalla de bronce vaya a saber en qué evento continental, y regresa al país en el mismo vuelo que mis mujeres. Es un equipo femenino y juvenil. Sub dieciocho, por lo que puedo leer en las banderas que los primeros familiares y amigos se van ocupando de colgar en cada baranda que encuentran. Y le espera una muy bonita bienvenida, con cantitos, pitos, matracas, sirenas y muchos colores. Con la familia y los amigos demostrando su afecto y su orgullo.

El hecho es tan meritorio que incluso vino un canal de televisión. Les juro. Hay un gordo con un micrófono y un alfeñique que lo sigue a todas partes con la cámara al hombro, y los dos observan las banderas con un dejo de curiosidad –acaso sea admiración-, buscando algún candidato que explique delante de la lucecita roja los pormenores de tanta pasión.

Y pronto hallan a su hombre –y nosotros al nuestro- en la figura de un alopécico de barba candado que se sale de la vaina por demostrarle a alguien, al gordo o a cualquiera, que él es más padre, más tío, más amigo o más lo que sea de las adolescentes condecoradas. El hombre se planta delante de la cámara y da rienda suelta a un extenso repertorio de ampulosidad que desemboca en unos cuantos saltitos y un cántico que se diluye al no encontrar apoyo en el resto de sus compañeros.

Irrumpe en la escena un gordo en equipo de gimnasia. También usa barba candado, pero tiene pelo y alguna que otra cana. En mi fantasía supongo que es algún ex entrenador de las niñas, porque en seguida infunde en el ánimo del alopécico una suerte de temor reverencial, y se adueña de la cámara para producir dos o tres definiciones categóricas que por desgracia no alcanzo a escuchar.

Al terminar su breve discurso es abrazado por todos. Incluso por el alopécico, quien aprovecha para convencerlo de arengar a familiares y amigos (que ya son bastantes más) para la entonación de su malogrado cántico. Y se sale con la suya, porque el gordo tiene otra prédica. En pocos segundos la bienvenida se transforma en fiesta, y la fiesta en descontrol.

De pronto dos vigilantes pretenden que unas chicas descuelguen una bandera muy larga de la baranda de la confitería del primer piso. No son esos monstruos de la seguridad aeroportuaria que suelen circular de negro, con garrotes y fusiles FAL, sino dos muchachos más bien jovencitos, desarmados y con un uniforme muy similar al que podría usar el vigilador privado de una librería de Recoleta.

El hecho produce la furia de un tercer personaje en el que ya habíamos reparado, aunque no lo presentamos porque estábamos hablando del alopécico. Es un muchacho de unos veintiséis años, vestido de traje y con el mismo afán de protagonismo que el alopécico, aunque es algo menos gritón. Hace rato que viene probando las cornetas, las sirenas y los silbatos, y ensayando algunos cantitos con un puñado de adolescentes cautivas que lo han erigido en jefe supremo de la hinchada (asumo yo que a falta de otro).

Este muchacho sube y enfrenta a los vigilantes con desmedido heroísmo. Como si su vida o su honra corrieran algún peligro durante el lance. Mientras tanto el alopécico y otro señor que no viene al caso interponen una serie de argumentos de corte nacionalista desde la planta inferior. Dichos argumentos y la mencionada actitud heroica del joven me producen una mezcla picante de lástima y risa, pero me la aguanto como un macho. Me refiero a la risa.

“¡Es la bandera nacional!”

“¿Cómo vas a descolgar la bandera argentina botón?”

“¡Estás ofendiendo al país!”

Y sandeces por el estilo.

Finalmente la bandera se queda donde está, y el alopécico se abandona a un pogo (lo juro) con todos los personajes antes mencionados y otros nuevos que ya no voy a mencionar.

Y en ese marco continuamos aguardando, ellos a sus niñas y yo a las mías. Aunque las mías salieron primero, haciéndome perder el desenlace de tan rica historia.

Ahora me siento culpable por no haber llevado ni siquiera un cartelito, un trapito con un corazón pintado o una servilleta con un dibujo. Por no haber hecho pogo. Por no haberme besado una remera con la foto de mis mujeres delante del gordo de la tele. Por no haber llorado ni emitido unos grititos agudos que me convirtieran en objeto de la sensibilidad general. Pero es que el histrionismo no se lleva muy bien conmigo.

Además no habría soportado que mis propios pabellones fueran mancillados por esos feroces vigilantes que ni siquiera respetan la insignia nacional.



Tengan ustedes muy buenos días.