

Hoy no tengo nada para decir, y cuando uno amanece en una situación como esta lo mejor es, efectivamente, no decir nada. No como aquel amigo mío que se ponía nervioso con los silencios y casi de inmediato comenzaba a tararear la marcha de San Lorenzo. Y estoy hablando de “Febo asoma”, estimados; no del “y pongan huevos larala lará lará”.
Ah sí… me olvidaba. A propósito de lo que les comenté el otro día sobre el misterio del Palacio Barolo, (la verdad es que el post está justo acá abajo, mensaje de por medio con este; pero para los vagos les pongo el batitubo, hacen click y van directo) ayer estuve reunido en mi oficina con el licenciado Américo Santipolio*, impulsor de una inquietante hipótesis de trabajo.
Dijo Santipolio: “Considerando que el Palacio Barolo fue construido cinco años antes que su gemelo uruguayo (1923-1928), no es descabellado pensar que la actividad espejo no comienza apenas el nuevo inquilino ocupa la oficina, sino con un lustro de retraso”.
Dije yo: “Oh”.
Acto seguido el licenciado me propuso viajar a Montevideo este mismo fin de semana, advirtiéndome que si al subir al Palacio Salvo nos encontráramos frente a la quinta opción de aquellas que yo barajaba en mi primer viaje, no deberíamos alarmarnos (por este asunto del lustro de retraso).
Opciones que barajaba en mi primer viaje:
1- Me encontraría con la gemela de mi mujer.
2- Me encontraría con el anverso de mi mujer, o sea, una criatura en las antípodas del arquetipo de mi deseo heterosexual.
3- Me encontraría con una puerta hacia otra dimensión.
4- Me encontraría conmigo mismo, lo cuál sería tremendo no solo para mí, sino para todo el Universo. Sí, para ustedes también… ¿o no forman parte del Universo?
5- Me encontraría con una oficina cualquiera con gente cualquiera que me observaría como se observa a un loco cualquiera (y dale con el cualquiera).
De pronto recordé que mi mujer trabaja en el Palacio Barolo hace casi siete años, y esta idea me puso tan feliz que de inmediato se la transmití al licenciado.
Santipolio guardó un silencio infrecuente. Ocultó, sin embargo, la sensación de asombro que lo carcomía desde adentro; pero al poco tiempo no aguantó más, y la marcha de San Lorenzo se adueñó de mi despacho.
Creo que voy a cancelar el viaje.
*Licenciado Américo Santipolio, experto en misterios del área Mercosur.
Ahora, Potente Gen.
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POTENTE GEN
Gen Darín


Este es tan Potente Gen como el Pauls, el Sutherland o el Alfonsín. Creo que no se puede decir absolutamente nada. Notarán ustedes que a pesar de tener la nariz trabajada a martillo y cincel, Alejandra no ha logrado disimular las huellas de la sangre. No; me refiero a la sangre en el sentido del parentesco familiar, no a la sangre derramada en la operación.
Tengan ustedes un excelente fin de semana.