Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

jueves, 29 de diciembre de 2011

UN APLAUSO PARA LORENZO

Síntesis del post: Lorenzo. Un maestro de ceremonias. Un espectáculo. Instinto e historia. Etíopes. Hipnotismo. Fascinación. Aplausos.



‘Y ahora, con ustedes… ¡Loreeeeeeennnzooooooo!’

El caballero alza los brazos al cielo y cierra los ojos para recibir el aplauso del público. Para sentirlo en su corazón y en sus entrañas. Para ser uno con ese aplauso que es la razón de ser de esta maravillosa puesta en escena.

Antes de meternos de lleno en el desarrollo de este artículo corresponde aclarar que Lorenzo no es una persona sino un león. Un enorme macho de siete años en perfecto estado de salud, con su tupida melena, su torso musculoso y sus colmillos blanquísimos. Un magnífico ejemplar que sin duda merece la ovación que acaba de recibir.

Otro punto que convendría aclarar es que Lorenzo no está con nosotros. Concedo que en medio de su emoción el caballero soltó ese elocuente ‘con ustedes’ que en principio dejó poco espacio para la duda, pero lo cierto es que técnicamente no lo está. Más bien está con él. Los dos solos dentro de una bonita jaula. Nosotros (al público me refiero) estamos del otro lado de esos barrotes de cinco centímetros de diámetro, seguros y expectantes. En fin… detalles menores que no hacen al fondo del asunto.

‘Señoras y señores, lo que están a punto de presenciar es una verdadera demostración de amor, confianza y respeto entre un hombre y un animal salvaje. Una proeza que nace de una relación preexistente que costó muchísimos años construir. Toda una vida. Conocí a Lorenzo en el cráter de Ngorongoro, Tanzania, cuando solo tenía unos días de nacido. Cazadores furtivos acababan de asesinar a su madre, y habrían hecho lo mismo con él si mi grupo y yo no los hubiésemos descubierto a tiempo.’

Hace una pausa teatral para acariciar la melena del felino y luego continúa.

‘A partir de ese momento fuimos inseparables. Lo alimenté con leche de cabra en una mamadera cuya tetina replicaba la forma, tamaño y textura del pecho de una leona. Le mostré las virtudes de la vida social. Le enseñé a cazar. Lo hice conciente de su fuerza. Y finalmente logré los permisos y lo traje conmigo a esta maravillosa tierra.’

Inventa una nueva pausa a la espera de un aplauso que se hace rogar unos segundos, aunque luego aparece.

‘Señoras y señores: ahora Lorenzo saltará justo por el centro de ese aro en llamas, se parará sobre sus patas traseras y saludará a la tribuna. Lo normal en estos casos. Pero eso no es todo. No señoras y señores. Luego luchará con este humilde servidor. Sí, con este alfeñique. Sin embargo, a pesar de su evidente superioridad física, no habrá que lamentar heridas de consideración.’

Un grupo de etíopes (¿o serán tanzanos?) armado con palos, que a todas luces es el soporte técnico del acto, escucha la explicación con poco o ningún interés. Están –ellos también –al otro lado de los barrotes, y actúan (o dejan de hacerlo) con la suficiencia de aquel que ha presenciado la escena un millón de veces.

‘Allí pueden ver un balde, señoras y señores. Un balde repleto de sangre de cebra. Sangre fresca y aún tibia que derramaré sobre mi cuerpo en las narices de Lorenzo. El instinto de su especie, milenios de evolución informada en los genes, entrará en franca contradicción con su historia particular. Pero en vez de luchar comeremos, señoras y señores. Comeremos codo a codo de esa carne fresca que mis ayudantes acaban de colocar en el rincón de la jaula. Como pares, porque soy su manada, su padre, su amigo y compañero de aventuras.’

Dicho esto entrega el micrófono a uno de los etíopes (¿o serán tanzanos?) y de inmediato da comienzo a su rutina.

Lorenzo realiza de mala gana todas las proezas prometidas por su padre. Arengado por el chasquido del látigo en el suelo de tierra, sí, pero cumple. E incluso saluda al público agitando la pata delantera derecha. Los aplausos son tibios, pero una vez más aparecen. La gente espera el gran número.

Finalmente el caballero hace una nueva pausa, explica otra vez los pormenores del acto, alza los brazos buscando la renovación del aplauso y sin más prolegómenos se echa el baldazo de sangre encima.

Bien, debo decir que Lorenzo observa a su padre con un dejo de curiosidad. Ladea la cabeza y se queda inmóvil, como hacen los perros cuando están realmente desorientados.

‘¡Ahora cenemos, amigo mío!’, grita el amigo y compañero de aventuras mientras señala la carne fresca que los etíopes (¿o serán tanzanos?) tuvieron la precaución de colocar en el rincón más alejado de la jaula.

Yo no soy un experto en comportamiento animal. Tampoco rescaté a ningún felino de las garras de los cazadores furtivos, ni lo alimenté con leche de cabra, ni diseñé una tetina especial al solo efecto, ni le enseñé a cazar ni lo hice conciente de su fuerza. Sin embargo creo entrever que Lorenzo se encuentra a punto de pegarle a aquella bendita contradicción entre el instinto milenario y la historia particular una brutal desmentida. No percibo en su rostro adusto, sus ojos fríos y sus músculos tensos el más mínimo atisbo de duda. Más bien lo veo, hablando en pocas y honestas palabras, inclinado al parricidio. Y así las cosas ya se va mascando la tragedia, diría un amigo de mi hermano al que aprovecho para mandar un caluroso saludo.

Ahora el caballero también lo nota y palidece. Vuelve a señalar la carne fresca y le habla a su hijo ya no con gritos sino con voz temblorosa. Muy despacio extrae del bolsillo un manojo de llaves, se acerca a la puerta de la jaula e inicia una búsqueda frenética que no arroja buen resultado.

Entonces todo se tuerce definitivamente. Lorenzo se le echa encima de un salto, lo sacude, lo tumba y busca la yugular con sus colmillos blanquísimos. Entretanto los etíopes (¿o serán tanzanos?) lo golpean con sus palos de madera desde el exterior de la jaula hasta que logran distraer su atención. Enfurecido, el bicho pega un zarpazo a través de los barrotes y hace blanco en uno de los agresores dejando al descubierto algunos órganos internos del abdomen que solo debieran ser vistos por un cirujano en el quirófano.

El caos es casi total. El público, sin embargo, permanece en silencio, talvez confundido por aquella advertencia de que habría lucha, aunque a la postre no habría que lamentar heridas de consideración. Los etíopes (¿o serán tanzanos?) se desentienden por completo de la suerte de su empleador y auxilian a su propio compañero aplicando, quizás, la fría e incuestionable lógica de que siempre merecerá la pena salvar al rescatista caído en cumplimiento del deber antes que al idiota que se echó el baldazo de sangre encima y quiso cenar en compañía de un león macho de 280 kilos. El idiota del baldazo se arrastra en dirección a la puerta con uno de sus brazos apenas unido al torso por algo parecido a un tendón (supongo que eso podría calificar como herida de consideración). Y Lorenzo se apresta a finalizar su cena individual, satisfecho con el repliegue momentáneo (¿o definitivo?) de los etíopes (¿o serán tanzanos?).

La siguiente media hora transcurre en completa calma, aun con el cuadro de situación bastante claro. Lorenzo separa la carne del hueso y las vísceras y devora con avidez los restos de su malogrado padre adoptivo. Ejerce sobre el público una morbosa fascinación que roza el oscuro arte del hipnotismo. Nadie se mueve de su asiento. Nadie grita. Nadie llora. Incluso pueden verse, de tanto en tanto, las luces parpadeantes, los flashes de las cámaras fotográficas que le arrancan algún rugido de protesta. Ya hace mucho tiempo que los etíopes (¿o serían tanzanos?) abandonaron la carpa con el herido acostado en una improvisada camilla armada con una túnica y un tablón. Ahora es solo el felino africano y su público adorador. El indecente romance. La perfecta síntesis. Y nadie más. Nada más.

Al cabo de un rato Lorenzo acaba el banquete y se echa pesadamente sobre uno de sus lados. Poco a poco el público comienza a despertar de su obscena pasividad. Se miran –nos miramos –extrañados, talvez algo culposos. Sin embargo, en semejante marco, sin un maestro de ceremonias que de por concluido el espectáculo, me siento obligado a decir algo. A suplir su forzada ausencia. Y hablo nomás, porque a mí cuando las papas queman, cuando el horno no está para bollos, se me dan muy bien las palabras:

‘Señoras y señores, un aplauso para Lorenzo.’

Esto lo digo alzando los brazos al cielo y cerrando los ojos para ser uno con el batir de las palmas. Y por supuesto, las gradas estallan en un cerrado aplauso que supera incluso al de la presentación.

Lorenzo levanta la cabeza pero permanece echado. Escucha el aplauso hasta que el mismo se extingue y entonces sacude la pata derecha. Es un saludo, aunque esta vez es espontáneo, sin el chasquido del látigo en el suelo de tierra.

Luego, exhausto, huérfano e hinchado de comida, se duerme profundamente.


Tengan ustedes un muy feliz año nuevo.

PS: Gracias por la paciencia que me han tenido a lo largo de este mes. Hoy concluye formalmente mi licencia por paternidad, así que por la tarde reanudaré las visitas a los espacios virtuales amigos y afines.

36 comentarios:

Mecha dijo...

Clap clap clap clap clap!!!



Los aplausos son para Lorenzo, aunque Usted no estuvo nada mal, Lord.

Saludos de fin de año y todas esas cosas que se espera que la gente educada desee en esta época, tanto para Usted cmo para su familia.

Viejex dijo...

Que manera de finalizar el año y la licencia, mi viejo! Me ha dejado profundamente conmovido. No concibo como puede usted confundir a los etíopes con los naturales de Tanzania. Una barbaridad.

Esta historia me hizo acordar de un asunto que continuaré por línea privada.

Le dejo un abrazo, de todos modos y los mejores deseos.

Dany dijo...

La paternidad le ha irrigado el cerebro y el cuore. No se tire la sangre encima. Lo felicito. Ud. si que es un león escribiendo relatos.
Abrazo y que se le de lo que desee para el 2012. Abrazo!

Los etíopes son los que corren rápido. Los tanzanos son los que...bueno...creo que tambié correr rápido.

Etienne dijo...

Según lo expresado por el cronista de esta historia, la entrada pagada ha valido y ha hecho rendir cada centavo!! Bien por el que eligió ir a ese espectáculo!!
Después le voy a pedir algùn consejo para sobrevivir a la paternidad...
Que el comienzo de año le sea benévolo!
Abrazos!!

Canoso dijo...

Su cuento no dista mucho de la cruda realidad. En Youtube hay un video de un Filipino (o será un Tailandés?) que por hacer esas pavadas perdió su brazo derecho.
Le mando un abrazo y bienvenido again!

Anónimo dijo...

bien ahi Don, una historia digna de fin de año ( de principio???) una vez más me pregunto q extraña fascinacion tiene la gente para pagar una entrada a un circo y ver como doman a los animales que por naturaleza nacieron salvajes

Un aplauso para Lorenzo, qué tanto!!!!

Buen año Don, para uste y toda la flia Bigud

Esilleviana dijo...

jajaja

ya verás, tu hijo no te acabará comiendo; solo te engullirá lentamente, sin que te des cuenta, comenzará por las manos, irá subiendo con calma, día tras día, mes tras mes y así, transcurrirá su primer año, con dos esclavos complacientes a su lado jaja. luego llegará el 2º año (con rabietas, llantos, caprichos...), solo vuestra paciencia y serenidad deberán hacer acto de presencia. en el 3º cumpleaños comenzará el cole... ah!por fin, que lo soporte su maestra.

te recuerdo, soy mamá de un adolescente-joven-caprichoso... de 17 años y maestra jajaja.

no de veras, me alegro mucho por tu/vuestra paternidad/maternidad y te deseo un feliz y maravilloso año 2012.

un abrazo
:)

Any dijo...

Welcome back Sr. Yoni! esta historia la tenía reservada pa fin de año eh? muy buena! me hizo reir imaginando a Lorenzo saludando con la pata ajjajaja. El tipo un idiota importante, Lorenzo un traidor insensible (me mató lo de "inclinado al parricidio" ahjajajaja!) y la gente - ud incluído - unos morbosos. Al instinto no hay con que darle, el que nace león te manducará livianamente a la primera oportunidad, no hay amistad ni paternidad humana que valgan.

Amigo Yoni, este fin de año se portó con ud eh? Ya tiene para entretenerse todo el verano (toda la vida mas bien) con esa nueva personita que ha llegado a su casa.
Todo lo mejor para usté y la familia Bigud recargada en este 2012 que ya está tocando a la puerta
Un gran abrazo

La Novia dijo...

EXCELENTE!!!!!!!

MAGNIFICA METÁFORA!!!!! (espere a que lleguen a adolescentes y entenderá lo que digo...)

Feliz 2012 Bigudes x 4!!!!!!!

Besos

Martín dijo...

Es un justo castigo por matar una cebra por función. O nadie iba a decir nada de todas las cebras caidas en cumplimiento del deber?

Felicidades, felicitaciones, un abrazo y un 2012 lleno de esas cosas que hacen de los años buenos años.

Anónimo dijo...

Excelente estimado Yoni!!
Etíopes o tanzanos.. son lo mismo, che! como los argentinos, los brasileros y los uruguayos para los gringos.
Que el 2012 sea un hermoso año, Don Yoni, y felicitaciones a ud. y a la señora Bigud por la pater-maternidad.
Besotes!!!!

Marialauchi dijo...

Lei el titulo y juro que pensé que se había develado el misterio del sobrepeso de su mujer...

Cuando sobrepase mi frustración vuelvo a leer y comentar el post...

Saludos

Julieta dijo...

Excelente!! me quedé anonadada, o será sorprendida?..
Feliz nuevo año con tu gente, y espero que el bebé los deje dormir..
Saludos!!

La condesa sangrienta dijo...

Qué quiere que le diga... esta historia no me sorprende porque ya la conocía.
Digo, la del parricida que se queda con la parte del león y se duerme profundamente en sueños compartidos.
¡Feliz Año para ud. (y para mí por haberlo compartido en parte)!

Beso grande

Bugman dijo...

Señor Bigud, sí, claro que sí. Un aplauso para Lorenzo. Y para usted, porque aquel individuo capaz de convertirse espontáneamente en el catalizador de un multitud siempre es digno de respeto y envidia.

Humberto Dib dijo...

Debo reconocer, mi querido amigo Yoni, que esta vez me ha sorprendido, tanto por su relato, pues es uno de esos que uno recuerda especialmente de los blogs amigos; como por su paternidad, pues desconocía que fuese padre. Bueno, apenas nos conocemos, es natural que no lo hubiera sabido.
Le dejo un gran abrazo y espero que el 2012 le de inspiración... y un montón de otras cosas.
HD

Marialauchi dijo...

tengo que admitir que el relato estuvo fantastico, como siempre sr bigud... que tenga un excelente año!!!

Marialauchi dijo...

y 18! feliz año again

Rebeca dijo...

Sublime Don Bigud. La última parte especialmente, la de los aplausos hacia "Ud" y el saludo del león.

Me dio un poco de asquito, pero no tanto para no regodearme en la idea de ¡Por fin! un animal haciendo justicia contra uno de sus muchos torturadores.


Muy Bueno!

Mr. Kint dijo...

Y vio, eso de andar haciendosé el Siegfried and Roy no es para cualquiera. Ahora, si el Lorenzo hubiese saltado por el aro en llamas y en ese acto hubiese comenzado a arder su impecable melena sin más que un baldazo de sangre para controlar el inflamable pelaje, qué hubiese gritado usted, "un aplauso para el asador", eh?

Le debo una felicitación (un poco tardía) por su paternidad. Espero que la disfrute y le deseo grandes cosas para este nuevo año, por ejemplo, algún día de ocho horas de sueño corridas.
Feliz año, saludos y un abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado Yoni.

Paso brevemente a dejarle un abrazo, desearle que siga con el èxito en el 2012, y brindo por una buena vida, felicidades a toda la troupe Bigud.!!

Hasta pronto.

Minombresabeahierba dijo...

Para mi que eran senegaleses, por el acento digo.

Me abrió el apetito, suerte que ya preparé el Vitel Tonné...

Gran Abrazo

A.R.N. dijo...

medio como sangrienta su historia de hoy, aunque si cambiamos el angulo de vision definitivamente el animalito se merecia un aplauso.
estuve un poco ausente de varios espacios virtuales, me alegra su paternidad, enbuenahora, espero que este durmiendo bien...
beso sir yoni

Yoni Bigud dijo...

Mecha: Un saludo atrasado. Muchas gracias a usté.

Señor Viejex: No sé cómo pudo pasarme eso.
Recibido y enterado. Un saludo y muchas gracias a usté.

Señor Dany: Pero por alguna razón los etíopes se llevan todas las medallas. El suelo de Etiopía debe ser más caliente.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Etienne: No sé qué consejo podría darle yo, no creo que sobreviva.
Un saludos, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Señor Carugo: La gente real es más estúpida que la de ficción, sí.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

laura: Donde hay un espectáculo es porque existe gente que paga la entrada.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Esilleviana: Haremos lo mejor que podamos, cuidando de no ser devorados en el primer descuido.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Any: El instinto es algo que jamás desaparece, pero muchos estúpidos desean corroborar en el campo de juego. Y así les va.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

La Novia: Vayamos paso a paso, por favor.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Shimmy: Ah sí, las cebras han sido las grandes perjudicadas en esta historia.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Caia: Todos somos iguales, sí. Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Marialauchi: En efecto, el misterio ha sido develado, pero Lorenzo no tiene nada que ver che.

Julieta: Duermo. Bastante. Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Condesa: Una historia trillada diríamos. Comprendo.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

CONTINUARÁ...

Yoni Bigud dijo...

Señor Bugman: Según y conforme. He visto aplausos que nunca habría querido generar yo.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Humberto: Me alegra haberlo sorprendido con el relato, y, por supuesto, asumo que lo de la paternidad iba a ser así.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Marialauchi: Muchas gracias a usté.

Marialauchi: Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Rebeca: La justicia animal, como la humana, tarda su tiempo pero siempre llega.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

Señor Kint: Seguramente alguno habría ligado su aplauso.
Ah, ocho horas, sí. Quién pudiera a esta altura de la vida. Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

VER: Otro saludo para usté. Buenos deseos y que pronto sea pronto.

Hierba: A mí el acento me sonó de Angola, pero bueno, soy malísimo en ese campo.
Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.

A.R.N: Merecido aplauso, sí. Vaya a su ritmo. Un saludo, buenos deseos y muchas gracias a usté.


Un saludo.

Esilleviana dijo...

:)

Yoni, hubo un momento en que deseé echarle toda la culpa al influjo negativo de la Luna... pero es injusto, ella no tenía toda la culpa jaja.

gracias por tu visita.

:)

Elvis dijo...

Si al menos se hubiera echado por encima sangre de mofeta... Si es que la carne es débil...
Abrazo.

Zeithgeist dijo...

y donde la dan? yo quiero ir a ver a lorenzo too (?)

Lelé dijo...

Dudo que ese que dice haber ido a Tanzania haya salido alguna vez de Ituzaingó.

Caro Pé dijo...

1-Tremendo, ah pero qué público morboso también che:) somos todos morbosos Yoni.

2-Este pelotudo, no se da cuenta, que a veces al instinto no se lo puede torcer!lo parió, que se joda, y si soy impiadosa, vió, (a veces)

Un Saludo!

Un gran 2012 para usted y flia!

Caro Pé dijo...

Y que el bebé llene de mucha luz sus vidas (uy estoy cursi?) perdón ;(

Emoción dijo...

Perdón por lo literal de mi interpretación, pero ¿realmente presenció usted eso?

Yoni Bigud dijo...

Esilleviana: Muchas gracias a usté.

Elvis: Lo débil es la mente. Algunas mentes.

Zeithgeist: Yo le aviso.

Lelé: Le diría que ya mucho no importa. Tampoco va a ir a ninguna parte.

Caro Pé: Sí, somos todos morbosos, se lo aseguro.
Y el instinto no se mancha.

Caro Pé: Sí, lo hizo. Me paso la noche con la luz prendida. Muchas gracias a usté.

Emoción: Todo lo que yo cuento es estrictamente cierto. Siempre.


Un saludo.

A.Torrante dijo...

Y sí, tarde o temprano se lo tenía que manducar nomás. Situaciones parecidas ocurren en los geriátricos.

Yoni Bigud dijo...

A.Torrante: Bienvenido. Supongo que en los geriátricos ocurren cosas aun peores.

Un saludo.

miralunas dijo...

mecachendié! por los balurdos de la vida, casi me pierdo esta dramática función.
aplausos para Lorenzo y aplausos para el autor al que no comerán!