Síntesis del post: Sala de espera. Mobiliario. Lectura. Timidez. Lapidación. Agradecimiento. Incentivos.
Advertencia: Contenido no apto para menores o personas impresionables.
La historia de hoy transcurre en el consultorio de mi dentista, más precisamente en la sala de espera del consultorio de mi dentista. Es una sala de espera como cualquier otra, no tiene nada de especial. Sin embargo, si ustedes me lo permiten (y espero que lo hagan porque para eso los traje, para que me escuchen), me voy a tomar unos segundos para producir una modesta aunque completa descripción.
Tenemos cuatro paredes blancas, sin cuadros, espejos o adornos que las vistan. Contra la pared norte la puerta de entrada y un sillón de tres plazas, bordó, algo maltratado por el uso. Sillones, también, contra las paredes este y oeste, pero de dos plazas, y menos sufridos que su primo mayor. Sobre la pared sur, la puerta del consultorio donde el profesional acostumbra maltratar a sus víctimas y un modesto escritorio desde el cual nos vigila una secretaria de unos veintitrés años, pocas palabras y ojitos aburridos.
Creo que con eso es suficiente. Vayamos entonces a lo nuestro, que tiene poco o nada que ver con el mobiliario de la sala, salvo, quizás, con el sillón de tres plazas, bordó, algo maltratado por el uso.
Estamos ojeando una revista de la farándula, matando el tiempo como podemos. En rigor de verdad soy yo el que ojea la revista, ustedes espían, y encima lo hacen con muy poco disimulo. Me molesta la gente que espía lo que uno está leyendo, es de pésima educación, no sé si lo saben. Pero bueno, a fin de cuentas la culpa es mía por traerlos.
En fin… la nota que leemos es sobre una joven modelo, así que no está de más admitir que leemos y miramos. O que miramos más de lo que leemos. De cualquier modo nos llama la atención el título elegido para la ocasión: ‘Aún no he podido matar mi timidez’. Pero está en eso, agregaría yo. Agregaríamos nosotros. La expresión de su rostro, su atuendo (o falta de) y sus confesiones denuncian que ese noble sentimiento debe estar pasándola realmente mal, donde quiera que esta sádica criatura lo mantenga cautivo.
¡Cárdenas!
Ese fue mi dentista. Tiene la mala costumbre de asomarse desde la profundidad del consultorio y gritar a viva voz el apellido del paciente a maltratar. Sin abandonar su puesto la secretaria le explica que el señor Cárdenas le ha cedido el turno al señor Osorio, que está algo urgido por atenderse.
¡Osorio!
Osorio está sentado justo enfrente de mí, en el sillón de la pared oeste. Es un hombre alto, calvo y, si se me permite opinar, algo esmirriado. Usa unos anteojitos redondos que se quita presuroso ni bien oye su apellido, y tiene un pañuelo con hielos sujeto a la mandíbula. Vino con la mujer, que lo besa y le da ánimos como si partiera a la guerra.
¿Cómo dice?
Ah, sí, ¿vio? Muy bonita, a mí también me dio esa sensación, pero después de hablar tanto sobre la modelito me dio vergüenza continuar en esa línea de opinión. No sé qué hace con un tipo tan desabrido.
Un famoso actor nos cuenta sus proyectos inmediatos mientras la señora Osorio se traslada al sillón de tres plazas y le agradece con efusión al señor Cárdenas. Menudo gesto tuvo ese buen hombre, que dicho sea de paso, es todo lo contrario del señor Osorio. Quiero decir, físicamente. Rondará los cincuenta años, es moreno, morrudo, con una frondosa melena entrecana, papada abundante y cejas muy pobladas. Parece un sindicalista de buen pasar, el eterno titular de algún gremio combativo. Y no solo digo esto basado en su físico, sino también en su atuendo. Camisa de marca, abierta hasta la mitad del pecho, pantalón de vestir y zapatos importados, todo ello coronado por una vistosa cadena de oro y un reloj al tono, casi tan grande como mi auto.
No quiero que me encasillen en el humor, por eso acepté este papel dramático, proclama nuestro famoso actor. Y tiene razón, el público suele ser cruel a la hora de…
¿Cómo dice?
No, no me parece demasiada efusión. El hombre hizo un sacrificio dejando pasar al marido. Es solo un abrazo.
Aunque sí, quizás eso de frotar y lamer las puntas de las narices está un poco de más. Y no veo por qué la señora tiene que sentarse en la falda de Cárdenas.
La secretaria de pocas palabras y ojitos aburridos ni siquiera se inmuta mientras observa como la agradecida mujer se desabotona la blusa, se quita el sostén y frota sus pechos desnudos contra la -a esta altura afortunadísima- nariz del señor Cárdenas.
Es suficiente. Les pido a las damas que me acompañan que se tapen los ojos, o bien continúen informándose acerca de los planes inmediatos de nuestro famoso actor. Señor Briks, abróchese eso ya mismo, Señor Carugo, saque esa mano de ahí, Dany, deje de aullar como lobo, los demás, llévense a las chicas a la calle y vigilen que no salga el señor Osorio.
¡¿Cómo que no se quieren ir?! ¡Las damas honestas no se comportan de esa manera caramba!
Bueno, aunque tampoco se comportan como la señora Osorio, que a esta altura de los acontecimientos ya se encuentra completamente desnuda y jadeando en brazos del señor Cárdenas, que tiene los pantalones por los tobillos y la camisa anudada en la cabeza a modo de turbante árabe.
Le hago un gesto asombrado a la secretaria, que me devuelve la misma mirada aburrida de cuando le presenté el carnet de la prepaga. Acalorado me sumerjo de nuevo en mi revista, y de paso le pido una sincera disculpa a la modelito. Si antes llegué a pensar que su timidez era objeto de algún tipo de maltrato, esta feroz lapidación que la señora Osorio ha llevado a cabo con la suya me obliga, como mínimo, a un replanteo.
El acto llega a su fin con un alarido conjunto luego del cual la dama se viste y retorna al sillón de dos plazas justo a tiempo para recibir en sus brazos a un maltrecho aunque renovado señor Osorio.
¡Cárdenas!
Ese fue mi dentista. No sé si les dije que tiene la mala costumbre de asomarse desde la profundidad del consultorio y gritar a viva voz el apellido del paciente a maltratar.
El dentista se toma su tiempo. Para cuando termina yo ya he sacado la cuenta. Si la señora Osorio se hubiera quedado, podría haber procedido conmigo de la misma forma en que lo hizo con el simpático sindicalista. Dos o tres veces, cómoda.
¡Bigud!
Ese fue mi dentista. Ustedes espérenme acá, y ni se les ocurra andar haciendo cosas raras.
Apenas entro le cuento la extrañísima escena que tuvo lugar en la sala de espera mientras él atendía al señor Osorio (con mi dentista tenemos mucha confianza). Sin embargo no se muestra para nada sorprendido. Mucho menos indignado. O siquiera interesado.
‘El señor y la señora Osorio son extras, Bigud. Vea, Cárdenas le tiene miedo al dentista, y yo tengo que buscarle incentivos para que no abandone el tratamiento. La semana que viene le toca el torno, y no puedo darme el lujo de que no venga’. Me lo dice así, mientras me escarba la dentadura, como si fuera lo más natural.
Si es por eso yo también le tengo miedo, y lo único que obtengo como incentivo son las amenazas de mi señora. Esto lo pienso, pero también se lo digo. Con mi dentista tenemos mucha confianza, no sé si les dije.
‘Miedo es una cosa, terror es otra. Además para usted también usamos incentivos, Bigud. No se haga. No será Cárdenas, pero tampoco la pasa mal eh. Siempre nos ocupamos de que tenga algo para contar cuando sale de este consultorio. Recuerde a la anciana con el lorito, el gordo que comía mermelada de frutilla o los gemelos que hablaban sobre las apuestas clandestinas’.
Bueno, pero esto es bien distinto. Me parece que el material que propuso esta vez es un poco desproporcionado. Esto lo pienso pero también se lo digo. Con mi dentista tenemos mucha confianza, no sé si les dije.
El hombre alza las cejas y me regala una sonrisa paternal.
‘Deje que yo me ocupe del asunto de las proporciones, Bigud, soy un profesional y conozco los bueyes con los que aro. Listo, cierre esa boca. La semana que viene vamos a proceder con la extracción de las dos muelas del juicio superiores, ¿le parece?’
No, no me parece, pero me agarró de sorpresa. Me saca del consultorio sin que se me ocurra una sola excepción para interponer.
‘Linda, dale un turno para la semana que viene. Ponelo después de Cárdenas eh’. Y me guiña un ojo el canalla. El famoso incentivo.
Sí que es un profesional. Maldito sádico abusador. Esto lo pienso pero no lo digo. Con mi dentista tenemos mucha confianza, no sé si le dije. Pero no tanta.
¿Y ustedes qué miran?
Vamos, es hora de irnos. En el camino les cuento.
¿Se puede saber por qué están todos tan despeinados?
Tengan ustedes muy buenas noches.
43 comentarios:
Sólo olvidó UN detalle en su relato:
¿Dónde tiene la latita donde chorrea la grasa el Sr. Cárdenas?
Digo, por lo de "Camisa de marca, abierta hasta la mitad del pecho, pantalón de vestir y zapatos importados, todo ello coronado por una vistosa cadena de oro y un reloj al tono, casi tan grande como mi auto."
Saludos.
Ah, y estamos despeinados por... la humedad del ambiente, claro... Esta bella Ciudad de Buenos Aires...
Oiga, no voy a andar mandando en cana a nadie, pero mientras a usted le revisaban la cavidad bucal, acá más de uno hizo lo propio (sí, revisar cavidades) y se puso a jugar al dentista con el torno de carne. Mire, yo no se a dónde nos está trayendo, pero le aseguro que la semana que viene más de uno se trae la camperita de cuero corte Ubaldini.
Ah, y no escuche usted las rimas chuscas que anduvo haciendo cierto amigo en común (Su nombre empieza con B y termina con Riks) cada vez que se escuchaba el apellido Osorio.
Muy bueno.
"con una frondosa melena" ¡Como yo!
Cárdenas tiene pinta de golpeador de mujeres, que quiere que le diga.
Había una historieta de Altuna si mal no recuerdo, que apelaba esos incentivos... Nunca tuve esa suerte.
Yo recuerdo que cuando era chica, después de alguna inyección/ vacuna el incentivo/ premio era un chupetín o un chocolatín.
Caramba... los tiempos cambian, y evidentemente los profesionales se adaptan.
Lo que le debe cobrar a Cárdenas por un conducto????? Mi Dior!!!!!!
Que incentivo tendrá el docto hurgador de cavidades para las damas???? Le pregunta la semana que viene??? Por ahí me cambio al suyo....
Despeinado por todo lo que te imaginas, por supuesto!
Eso es lo bueno de tener un amigote dentista al que uno puede aclararle mansamente: "Mira que soy muy puto, si me haces doler te cago a trompadas". Por suerte el tipo es un genio y hace caso.
Abrazo
Ah ...cómo ???
higiene bucal no es la sumatoria entre visita higiénica y sexo oral ??
Ya me visto señorita, me devuelve el carnet de la prepaga?
¡BRAVO, MAESTRO! (aplausos, risa y un ¡"Qué hijo de..."!)
Sabía de autores que lo transportan a uno, pero usted nos lleva caminando y nos hace esperar mientras lo atienden. ¡Único!
Un abrazo, doctor.
Mi dentista es uno de los tipos màs apuestos que vi, su padre ni le digo, ambos en el mismo consultorio a la vez... y lo peor que cuando me hace el tratamiento de conducto me canta cerca, con su cara pegada a la mia...
usted que me sugiere?? me cambio de dentista y voy al suyo, pierdo todas las piezas dentales o me dejo llevar por la llama de la pasiòn...??
saludos, lindo como siempre lo que escribe.
Pe.. pero donde queda eso?? Yo tambien le tengo panico! A vr, ya mismmo me consigue una cita con su dentista.
¿Bajos incentivos o bajos instintos.?
Yo no se que pasó estuve aullando unos minutos y luego vino un tipo me anestesió y me sacó los colmillos. Le juro que no hice nada con las chicas....
¿Cuando tiene el turno? Digo asi organizamos algo con Briks para verlo.
Abrazo!!!
y 14!
Te confieso algo (ya que vengo de confesiones) Siempre que entro a tu blog y veo lo extenso de la entrada, digo, "nah! esto es demasiado largo! me voy... pero algo me detiene, y arranco... y tenes una cancha para engancharme... escribís tan intrigante...
Bien, ahora pregunto: que paso? te limaste los colmillos? porque cuando decís: "Les pido a las damas que me acompañan que se tapen los ojos" ya no seguí leyendo... Besos!!
Confieso que saltié la descripción de la sala de espera porque me pareció conocida. Sin embargo, dado la escena que se desarrolló luego, mi teoría es que todos los dentistas tienen los mismos decoradores pero diferentes técnicas de trabajo.
Si tuviera pelo, estaría despeinado; la alternativa es la calva resbalosa!
Dentista.
Muelas.
Juicio.
Palabras de terror...
y 18
Mi dentista no apela a esos incentivos!! dame el teléfono del tuyo por favor!!
Saludos.
Me parece a mi estimado que Ud debiera dejar de injerir infuciones extrañas antes de ir al dentista , esta bien que tenga miedo pero de ahí a pegarse esos viajes hay mucho trecho.
Abrazo.
P.D: Donde queda su dentista ?
En lo de mi dentista de incentivos ni hablar ... y encima de que uno tiene que ir a sufrir física y moralmente, el tipo es horrible y tiene menos onda que un renglón.
Lástima que ir al dentista en Baires no me es muy práctico, sino le pedía la dirección.
A todo esto, nosotros nos quedamos afuera y ud "dice, alega, sostiene" que dentro del consultorio solo se concentró en el tratamiento dental ... pero bien que salió con los pelos enmarañados y el pullover al revés. Ud nos engaña.
Buen almuerzo de viernes con postre y café si dan, y buen finde
=D
quién no le tiene miedo al dentista? hasta ahora no conozco a NADIE, pero usted sí que es afortunado. Mi odontólogo no sólo no se ocupa de dar incentivos sino que encima es tan parco que una ni siquiera puede intuir conq humor me atiende ese día y creame que en un dentista ese dato no es menor
buenísimo, especialmente para empezar el día. Besos
Samain: No se haga. Cárdenas es un hombre fino.
Samain: Me imagino.
Señor Mariano: Me imagino que debe haber sido algo muy similar a lo que usted describe, porque para la semana que viene se anotaron todos.
Señor Mariano: Si lo de este individuo se quedara solo en rimas chuscas...
Mostro: A mí Cárdenas me da una onda Piumato, más o menos. Ahora, no sé si Piumato golpea a la mujer, pero tiene pinta de.
Muchas gracias a usté.
Nefertiti: Son matices, pero el mecanismo es el mismo.
Novia: Ah, sí, para las damas el señor Osorio. Hemos salido ganando nosotros, le diré.
Pablo: Impactante su confesión.
Señor Briks: No hay tiempo. Agarre su ropa y corra, se viste en el auto. Tenemos que irnos antes de que llegue la ley.
Sir Lothar: Por lo que anduve averiguando la espera no fue tan grave.
Muchas gracias a usté.
Vacaciones: Vaya por orden. Tírese un tirito. Si no funciona le paso el teléfono del mío.
Muchas gracias a usté.
Zeithgeist: Bien. A usté la tocaría, perdón, LE tocaría el señor Osorio. Piénselo.
Dany: Hay varios anotados en la lista, pero le advierto que la próxima semana pienso vetar algunos nombres.
Etienne: Bien ahí.
Corina: Me subo yo también al tren de las confesiones, y le cuento que este espacio se encuentra destinado a provocar ese dilema que me describe. Celebro su decisión, que se renueva con cada entrada.
Esto es un restaurante familiar, artesanal. Hacemos muy buenos canelones, y confiamos en el chef.
En cuanto al artículo, pídale a alguna de sus compañeritas que le cuente el final. No sabe las barbaridades que hicieron en ese ratito. Peor que los varones estuvieron.
Muchas gracias a usté.
Etienne: Ah, sí, cada uno con su manual.
La calvicie es una noble condición. Un pañuelo es suficiente para secar.
CONTINUARÁ...
Capitán: Hágase hombre, caramba. No haga que le pierda el respeto.
Novia: Bien ahí.
Julieta: Bien, pero mire que para las damas está el señor Osorio. Ya le avisé a varias de sus compañeras.
Flaco: Le juro que esto es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Hombre de poca fe.
Ahora no le doy nada.
Any: ¡Calumnias! El pullover ya lo traía al revés.
Yo no los acuso, describo lo que estoy viendo. Por ejemplo, usté tiene puesto un zapato negro y otro marrón. Y no me diga que ya vino así porque esa excusa ya la usé yo.
laura: Es cierto lo que dice, el humor del dentista es un asunto de máximo interés. Debería existir algún control sobre eso.
Muchas gracias a usté.
Un saludo.
Me pasa el nro de su dentista?
Sabe si atiende por OSDE?
Otra pregunta MUY importante... el Sr Osorio es el único extra paralas mujeres? NO hay más en el catálogo?
Pero Càrdenas, seguro es un nuevo rico.
Seguro tiene leones de cemento en la vereda de la casa.
Porquè estaban despeinados, no puedo decirlo. nunca fui botòn.
Un abrazo.
Disculpe, Señor Bigud, pero yo me había dado cuenta de que eran extras porque la Señora Osorio fingia el orgasmo...
Igual, una pregunta: Su dentista atiende todas las prepagas? Porque justo tengo que hacerme una corona.
Un abrazo!
Mire, a mi los muchachos trataron de sacarme del lugar pero no los dejé, ´ta loco, uste´, como me voy a perder la función? Por qué otra razón piensa uste´que lo acompaño yo al dentista? Por la bondad de mi corazón? Pfff, que se cree uste´que es esto...
No, oiga, suélteme el brazo, que ya termi-, pero ya termi- Oiga, que la señora Os- Pero que ahora me dejan quedarme!!
Mi odontologo es gay. No quisiera nunca que se le ocurra un incentivo para que vaya mas seguido.
a eso le llamo yo hacerle honor y amor a la profesión!
excelente.
Mecha: Le paso, pero lo de la prepaga no lo sé.
Mecha: Si quiere le puedo presentar un amigo. Lo llevo al consultorio bañado y cortadas las uñas de manos y pies.
Gaucho: ¿Lo dice por la cadenita y el relós?
Omertá, sí señor.
Señor Carugo: Le paso el número y usté hace los arreglos. Espero que le toque un incentivo como Dios manda.
Guada: No se resista, lo hago por su bien.
¿CÓMO QUE LA DEJAN?
Shimmy: No se cierre a lo nuevo, sea valiente. Si lo notan con miedo...
Un saludo.
Alelí: ¿De quién me habla? ¿De mi dentista? ¿De la señora Osorio? ¿De quién?
Un saludo.
No de contraórdenes ahora, Sr Bigud, que después se les confunde la neurona... O no me puedo quedar ahora que la señora Osorio fingió el final de todo el asunto??? Estoy esperando la siguiente función, no ve que me traje la botellita de jugo y el paquete de galletitas?
Uy! Justo tengo que ir al dentista a hacer un control. No me podría dar los datos del suyo? Usted piensa que si le digo que me da terror pueda llegar a conseguir algo? No sabe si pregunta los gustos personales antes? (sí, soy una exquisita, vio?)
Mi dentista es muy aburrido. El único entretenimiento es el siseo-silbido que hace mientras trabaja. "Sss sss ssss sss" Sí, exasperante el tipo!
Y cuando pone las inyecciones de anestesia y ve la cara de dolor dice "Perdón, perdón". Más fastidio me da!
Besos
Su odontólogo indudablemente leyó el artículo del profesor Neiburg sobre el impacto de la prostitución en las salas de espera en la salud de las dentaduras títulado "Sexo y oral".
Malditos extras... siempre se llevan la mejor parte. La próxima vez que haya extras para grupos...
Abrazo.
Guada: No seré yo quien se interponga entre usté y su destino.
LadyMarian: Usté vaya. Mi dentista sabrá inferir sus gustos personales. Y sin silbidos.
Señor Pablo: ¿Y quién no lo ha leído?
Elvis: ¿Sabe que se tiene que afiliar al sindicato? Al de extras, digo.
Un saludo.
hablo de todos los profesionales del relato.
Diga que me saldría un poco caro ir a su dentista, que si no...sucursales no tiene, no?
Como siempre, excelente lo suyo Don Yoni. Tarde gris y lluviosa, sorpresa y carcajadas frente a la pc. Gracias a usté.
Alelí: O sea que me incluye.
Juli: Mire que él le manda el pasaje eh. Piénselo.
Muchas gracias a usté.
Un saludo.
Casualmente estoy haciéndome algunos arreglos en la boca, y lo próximo es la extracción de las muelas de juicio. Creo que me voy a cambiar a su dentista, porque la mía no me da el más mínimo incentivo.
Despeinada? Yo? Le parece, Yoni. Le parece.
Epístola: Si quiere le paso en número, pero no se aceptan quejas eh. Lo que le toca le toca.
Un saludo.
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