Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

lunes, 20 de octubre de 2014

UN MOMENTO


Síntesis del post: Me dijo. Respondí. Creatividad. Insultos. Un cigarrillo. Silencio. Una señora regordeta. Respuesta final.


Me dijo, según recuerdo, un montón de cosas juntas. Una cascada de verdades y falacias mezcladas unas con otras, entrelazadas desde el encono, ensambladas con auténtico arte y de un modo solo conveniente a sus intereses de aquel momento. Un momento lejano. Uno que ya no me importa.

Nadie viene con un manual de instrucciones, recuerdo que le contesté en aquel momento lejano. Un momento que ya no me importa. La única herramienta es la interpretación. Lo que ves, lo que el otro traduce, lo que te muestra un buen día a través de una frase que te molesta o de un acto que te desconcierta, no se gesta en ese instante. Viene de lejos. En la mente nada ocurre de pronto, ni siquiera los impulsos. La sorpresa –tu sorpresa– es ingenuidad.

Lo siguiente fue el desborde anímico. Hay que ver la creatividad que puede demostrar cierta gente a la hora del insulto. Nada ni nadie, ni las madres, ni las hermanas, ni las primas ni los órganos sexuales –los propios y los de ellas– se encuentra a salvo de la furia poética de estos trovadores. Los versos brotan sin control desde el plexo solar y el universo gestual se amplía al punto de acabar involucrando un variado repertorio de tics mayormente faciales.

Encendí un cigarrillo. En aquel momento, un momento lejano que ya no me importa, se podía fumar en los bares. En rigor de verdad se podía fumar en cualquier lugar, y era poca la gente que se animaba a interponer una queja. Era una sociedad distinta, aquella. Antes de que la ecología, el ecologismo, echara todo a perder.

Decía entonces que encendí un cigarrillo. Lo hice despacio, respetando mis pequeñas ceremonias, y me puse a mirar por la ventana sin emitir comentarios. En aquel momento, lejano y ahora irrelevante, ya había comprendido yo que el silencio es la mejor defensa para una decisión tomada. Cualquier ensayo de justificación, cualquier palabra que pretenda apuntalar, equivale a una apertura de la vía recursiva, y eso solo prolonga el conflicto. Siempre es preferible lidiar con un insulto y no con una apelación.

Una señora regordeta se acercó hasta la mesa y le ofreció un vaso con agua. ¿Estás bien nena? Me miraba con odio, como poniendo en duda que mereciera las lágrimas que en aquel memento, un momento lejano que ya no me importa, se derramaban sin control. Le acarició la cabeza, el pelo. Supongo que habrán sido no más de treinta o cuarenta segundos. Luego volvió a su sitio, aunque no se desentendió por completo de nuestro drama.

Entonces ya está, esto se acabó. Estoy seguro de que esas fueron sus palabras exactas ni bien logró la calma necesaria para pronunciarlas. Era más una pregunta que una afirmación, pero en cualquier caso venía implícita la exigencia de una devolución. El mozo observaba de reojo acodado en la barra. La señora regordeta ejercía una vigilancia moderada aunque ausente de sutileza. Yo había encendido mi segundo cigarrillo.

No sé, flaca. Yo me voy de vacaciones con mis amigos, el resto lo trajiste vos. Recuerdo que esa fue mi respuesta en aquel momento. Un momento lejano. Uno que ya no me importa.


Tengan ustedes muy buenas noches.

12 comentarios:

Renegado dijo...

Me parece recordar (aunque puedo equivocarme, ya que soy una persona mayor) que la señora regordeta también apareció e intervino en algún otro relato.
Para mi que lo anda siguiendo.

Excelente pieza, como siempre.

A.Torrante dijo...

Están todas chapita y ya es hora que alguien diga la verdad - Tal vez lo haga yo en una entrada. Estoy juntando la evidencia.
Descuento que estará más que contento por el eximio desempeño futbolístico de su equipo. Casi mítico. Abrazo!

Anónimo dijo...

capo

Rob K dijo...

"De lo que no se puede hablar es mejor callar", escribió Ludwig Wittgenstein. No sé qué pensará la señora regordeta al respecto.

Etienne dijo...

De los epítetos inmerecidos, de la creatividad sin control, de las lágrimas fluidas y el silencio cobarde, se ha escrito mucho y con verdades varias. Ahí no encontraremos sorpresas...
Las mujeres. Podremos manchar bibliotecas enteras sobre ellas y no será suficiente (para ellas no alcanza nada de lo que hagamos) originales y lúcidas para la retahíla de cosas que nos dicen a la cara.
Ah mujeres!

Elvis dijo...

El reproche es un arte. Además, es un arte al alza. Y las mujeres son unas artistas en ese campo. Pueden reprochar a una velocidad de 25 reproches por minuto... En algunos casos hasta más. Y además, si cuentan con el apoyo incondicional de una señora regordeta, ya puede usted fumarse dos paquetes enteros que no se salva ni de churro...
Abrazo.

Anónimo dijo...

a veces yo también pienso en aquella época cuando se podía fumar en cualquier lado, le cuento que en esa época yo fumaba sin control.
En fin, que el control no sirve de mucho y que aún hoy sigo extrañando el cigarrillo...
Y de la pareja en cuestión pienso como usted, las cosas no son del momento, se vienen gestando desde mucho tiempo atrás, una pena no estar atento y darse cuenta, se sufriría mucho menos
Un abrazo, Don

Viejex dijo...

Brillante. Este encomio del silencio me hizo recordar el primer cuarteto de un célebre soneto de Bernardez:

No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar, quédate mudo:
que un silencio sin fin sea tu escudo
y al mismo tiempo tu perfecta espada.


P/D ... equivale a una apertura de la vía recursiva, y eso solo prolonga el conflicto.

Le salió el abogado desde las entrañas, mi viejo!

Yoni Bigud dijo...

Señor Renegado: No se equivoca. Usté abre la boca solo para verdades incontrastables. Respeto eso, le dije. Muchas gracias a usté.

Ato: Dígame que no merecemos aplauso y medalla. Ahora, antes de que los primos dispongan de esta oportunidad única de arruinarnos el semestre.

Anónimo: Capo usté.

Rob: Hay gente -mucha por desgracia- que nunca calla.

Etienne: No queda más remedio, con ellas, que hacerse querer. Y llegado el caso, hacerse perdonar. Me sé algunas bolillas en ese campo. Pero no sé si estoy para aprobar.

Elvis: El reproche, estimado, es un arte. Usted ha dicho una verdaT con bellas palabras. Lo saludo.

Laura: El cigarrillo opera como anestesia en las peores situaciones. Una pena lo que han hecho con él. Sin embargo respeto su decisión de hacerlo a un lado. Alguna vez, allá lejos y hace tiempo, creo que se lo he dicho. Muchas gracias a usté.

Señor Viejex: Enorme cita. La leí cuando la colgó. La pensé en estos días, gracias al devenir de la vida cotidiana.
Soy abogado, después de todo. Y puedo mostrar mi título, contra todos los pronósticos. Muchas gracias a usté.


Un saludo.

Zeithgeist dijo...

Que mina pelotuda... se tomo el agua en vez de tirartela por la cara como corresponde a un ataque de histeria.. PFFFFFFFFF estaba simulando. O era pelotuda. No se.

Anónimo dijo...

estaba "casi" satisfecha después de dejar afuera a boquita, pero ahora esta copa tiene un sabor más especial. La comparto Don.
Abrazo saltando, con la mano en alto gritando River Campeón!!

Yoni Bigud dijo...

Zeithgeist y Laura: Muchas gracias por sus generosos comentarios, tan extemporáneamente respondidos.

Un saludo.