Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

martes, 23 de agosto de 2011

LOS SIMULADORES

Síntesis del post: Acompaño a un amigo. Karate. Cerveza. Una discusión. Una rubia. Mi tía la que vino de Entre Ríos.



Acompaño a un amigo que tiene que hacer una compra, aunque no es muy ducho en la materia. Quiero decir que no es experto en el rubro en el que piensa incursionar, no que no domine el milenario arte de adquirir bienes a cambio de dinero. Lo hago porque soy un buen amigo, pero más que nada, porque él es un buen amigo. Y como soy, es, somos buenos amigos, no pregunto absolutamente nada. No sé si vamos en busca de una caña de pescar, un juego de ollas y cacerolas o unas botas de alpinismo. Da lo mismo. La idea es estar ahí para lo que haga falta, tomar una cerveza bien helada, quizás un poco de conversación.

Caminamos por la calle Esmeralda. Una, dos, tres cuadras pasando Corrientes, hasta que de pronto nos detenemos frente a una vidriera atestada de fotos de orientales. No me refiero a los vecinos que viven al oriente del río Uruguay, que dicho sea de paso, serían irreconocibles a menos que tuvieran puesta la camiseta de su selección de fútbol. Aquí tomamos al mundo como punto de referencia, y hablamos de chinos, japoneses o coreanos. En síntesis, gente de ojos rasgados.

Resulta que estamos buscando un uniforme de karate, y para ello hemos venido al emporio de las artes marciales. Por eso hay tantas fotos de orientales pegando saltos y llevando a cabo las más variadas contorsiones. Debo admitir que el asunto me toma por sorpresa. Mi amigo (lo sé porque somos buenos amigos) jamás ha sido un fanático de la actividad física, y mucho menos si la misma trae aparejada alguna forma de violencia, o siquiera un contacto físico menor.

‘¿Así que ahora vas a hacer karate?’, pregunto como al pasar. Porque en realidad, si él es feliz haciendo karate es suficiente para mí. A lo sumo presenciaré alguno de los torneos en que lo muelan a golpes y lo arrastraré hasta la casa con genuina compasión y afecto.

‘En la puta vida se me ocurriría’, responde. Y esa frase también es suficiente para mí, que como soy, es, somos buenos amigos, no profundizo en la indagatoria.

Finalmente compramos un hermoso uniforme. Primera marca, excelente calidad, homologado para competiciones internacionales. Y también un cinturón. Negro. Desde mi punto de vista el conjunto es un poco caro para alguien que no piensa desarrollar la actividad, pero qué va, con solo ponerse esa magnífica pieza uno ya sería capaz de arrancarle la cabeza de una patada al más feroz de los oponentes.

Antes de emprender el regreso nos detenemos en otro negocio. Una última compra. El hombre, un artesano, realiza grabados en platería. Fabrica también imponentes copas y finas medallas. Allí adquirimos un enorme trofeo de bronce que, apoyado en el piso, nos llega hasta la cintura. Y tiene un muñequito. Una figura humana que lleva a cabo una de las variadas contorsiones que podían verse en la vidriera del emporio de las artes marciales. Está, quizás, pegando una elegante patada, apenas unido al extremo superior del trofeo por la punta del dedo gordo del pie derecho.

Al llegar a su casa pasamos primero por el supermercado chino que está en la esquina y compramos dos cervezas bien heladas. De litro. Invito yo, porque soy, es, somos buenos amigos. Y a mí gusta agasajar a los buenos amigos. Pago con un poco de desconfianza, casi cubriéndome el tabique nasal con el antebrazo, porque a lo largo de esta jornada he ido formando el convencimiento de que los chinos son sujetos peligrosísimos. Flaquitos, sí. Esmirriados. Pero capaces de las más variadas contorsiones.

Mi amigo vive en el sexto piso. Y sin embargo sube al ascensor y aprieta el número cinco.

‘Nos queda una tarea más’, me dice con los ojos muy fijos mientras se coloca el uniforme y se anuda el cinturón. Y esa sentencia es suficiente para mí, que como soy, es, somos buenos amigos, no reniego de las labores que se me imponen y pregunto poco y nada.

Nos quedamos sentados en la escalera. A medio camino entre el quinto y el sexto piso. Casi a oscuras. Tomando nuestras cervezas mientras aún siguen frías y conversando entre susurros. A la espera de un acontecimiento que yo, con el pico ocupado y el alma contenta, prefiero no anticipar. Comprendo, claro está, que debo susurrar en orden a no delatar mi, su, nuestra presencia, y eso es suficiente para mí.

De pronto una discusión. Una tremenda pelea. Gritos desgarradores descienden desde el sexto piso. Una voz masculina. Una voz femenina. Insultos y llantos.

Mi amigo se pone de pie con su elegante uniforme y su trofeo en la mano derecha. Y yo lo secundo. Resulta evidente que ha llegado nuestro momento. La justificación de esta mañana algo extraña, entretenida y absurda.

Es un solo piso. En rigor de verdad, medio. Pero utilizamos el ascensor. Desde el quinto piso, y directo al sexto.

‘¡¿Qué carajo está pasando acá?!’, grita mi amigo al tiempo que abre la puerta del ascensor.

El hombre acorrala a su vecina (la vecina de mi amigo) contra la puerta del departamento, y está enfurecido. Nos da la espalda.

‘A vos, pelotudo, te dije que la próxima vez que te metieras en lo que no te imp…’

Comienza la frase, sí, pero se corta en seco ni bien se vuelve hacia nosotros. Es un sujeto inmenso, y con pinta de ser muy pero muy malo. Malísimo.

‘¿La próxima vez qué?’, pregunta mi amigo con una sangre de pato que, en lo personal, me indigna bastante. Si este sujeto no logra reducir la adrenalina hasta el cero absoluto y pensar con la cabeza en vez de los puños, no nos salvan ni todos los chinos del supermercado juntos.

Mi amigo apoya el trofeo en el piso. No sé si les dije que nos llega hasta la cintura. Y se saca las zapatillas, el muy caradura. La primera con la punta de la otra, sin agacharse. Y la segunda, la otra, con la punta del pie descalzo. También sin agacharse. El objetivo de máxima, interpreto, sería matarlo con el olor a pata, pero el tipo, increíblemente, recula. Re-cu-la, señoras y señores. Busca una salida elegante, por supuesto, pero es obvio que no desea medir fuerzas contra un súper campeón de karate y su amigo gordo y grandote.

Y entonces, el amigo gordo y grandote se agranda más todavía, y lo invita a retirarse con una mentira descomunal. Cuando no está acorralado, no sé si les dije, es bastante bueno mintiendo. Pone cara de violento y todo.

Hace dos semanas que no veo a mi amigo. Pero mi tía, la que vino de visita desde Entre Ríos, sí que lo vio. Está parando en su casa. En su departamento. En el sexto piso. Él me había dicho que podía parar ahí, sin ningún problema. Para no andar gastando en hoteles. Que lo acompañara a hacer un par de compras, así arreglábamos los detalles de la estadía. Para que mi tía estuviera cómoda. Y mi tía sí que lo vio. Un par de veces lo vio. Pasó a buscar una muda de ropa. Limpia. Y después se llevó un par de discos de los Rolling Stones que ahora se escuchan todas las tardes en el balcón de la vecinita. La rubia. La del culito parado.

Es que mi tía es muy observadora. Pero un poco mal hablada.



Tengan ustedes muy buenas noches.



37 comentarios:

Samain dijo...

Ah, nooo. Pero su amigo es un maestro!

Mató el detalle de sacarse las zapatillas. Créame, hace la diferencia!

Dígame una cosa, Esmeralda y qué queda el emporio de las artes marciales?

Alelí dijo...

como me gustó el relato!

unos capos totales, vos, tu amigo, la tía y la vecina.

no puedo agregar nada más.
beso

Anónimo dijo...

al final parece que el hábito sí hace al monje, no?

yo tmb me saco las zapa de esa forma aunque no me vista de karateca jamás (no es lo mío, lo confieso)y no tenga olor a pata tampoco.

visualicé perfectamente la imagen, un cinturón negro y un amigo gordo y grandote, obvio que meten miedo a cualquiera, je

saludito, Don

ElFlaco dijo...

Me quedé pensando el la pobre chica que estaba siendo maltratada constantemente por ese tipejo que nisiquiera se animó a pisarle los dedos del pie a su amigo, si, esa pobre chica, la rubia, la del culito parado.

El Mostro dijo...

Excelente el título.
Un grosso su amigo. Yo atesoraría su amistad. Lo contraría para cobrar deudas incobrables y asustar vecinos cumbiancheros. Ponga un aviso en el diario. Le lloverán encargos y el traje y el trofeo se pagarán solos.

Un abrazo.

p/s: Claro, nada mejor en Agosto con 3° que un cerveza bien helada. Loco. Tomate un ponche Capitán de Castilla.

Damaduende dijo...

Si, yo había escuchado por ahí ya que para muestra basta un botón... Bueno, en este caso todo un disfr- digo uniforme de karate y un trofeo, pero aún así, el principio es el mismo.
Su amigo debe haber escuchado lo mismo.
Me alegro que su vecina la rubia - la de su amigo, no la de uste´... a menos que uste´también tenga una vecina rubia, pero ese ya es otro tema - ya no sea zarandeada mas por el gorila y que su amigo esté cosechando los frutos de su astucia.

Romina dijo...

Me vienen muy bien. Si, ud. y su amigo.
Paseme presupuesto en privado y ultimamos detalles.

Ahora: ustè se prende en cualquiera?
o es demasiado fiel a su amigo?!
còmo va a acompañarlo sin saber cual es el fin de la compra?

y si salìa mal?

eh?

no me ponga esa cara de violento y todo.

Abrazo,don Yoni♥

Esilleviana dijo...

más tarde regreso...

:)

Viejex dijo...

No tengo más que palabras de admiración para su amigo, para usted, para ustedes. Fuerza, destreza, esas cosas se consiguen con entrenamiento, la astucia y la cara de piedra no. Chapeau!

El Gaucho Santillán dijo...

Buena estrategia.

Claro que antes de comprar un kimono, yo me gastaba la plata en una magnum.

Distinta estrategia, dirìa.

Un abrazo.

Yoni Bigud dijo...

Samain: No, no le voy a decir. No quiero que ande haciendo locuras, con esa cara de buena.

Alelí: No agregue entonces. Muchas gracias a usté.

laura: Supongo que usted también utilizará esa táctica para asustar. No sé de qué forma.
Meten miedo, sí.
Muchas gracias a usté.

Flaco: Un alma sensible es usted.

Mostro: Es un tema eh. No sé si los vecinos cumbiancheros se asustan tan fácil como los sujetos inmensos.
Es cierto. Eso o una sopa crema de verduras. Es que estamos algo achacados.
Muchas gracias a usté.

Guada: El mundo es de los astutos, y de los que tienen la suerte de tener una vecina rubia. Ninguno de los dos es mi caso.
Muchas gracias a usté.

Ro: Le paso un presupuesto, pero no se me asuste.
Sí, me prendo en cualquiera, pero solo si dan cerveza.
Muchas gracias a usté.

Esilleviana: Recibido.

Señor Viejex: Recibo demasiado crédito. Yo solo he sido un testigo privilegiado.
Muchas gracias a usté.

Gaucho: La diferencia fundamental, definitiva diría, entre su estrategia y la de mi amigo, es que a él lo condujo a pasar los siguientes veinte días en la casa de su vecina. La rubia. La del culito parado.
En cambio a usted la suya solo podría conducirlo a pasar los siguientes veinte años en el penal de Sierra Chica. Y mejor no le cuento quién sería allí el del culito parado.
Le sugiero que recapacite.
Muchas gracias a usté.


Un saludo.

Javier F. Noya dijo...

Brillante, un relato realmente brillante. Tu humor y ritmo son fascinantes. Gran saludo. Y gracias.
PD: el personaje del amigo es un fenómeno.!

Esilleviana dijo...

usted es gordito y grandote? seguro que será un buen amigo de sus amigos :))

todos tus escritos son muy simpáticos (creo que de nuevo me reitero), pero me he reído con la parafernalia y el protocolo de los amigos "Lo hago porque soy un buen amigo, pero más que nada, porque él es un buen amigo. Y como soy, es, somos buenos amigos, no pregunto absolutamente nada".

tiene mucho mérito, acompañar al amigo y ser cómplice de la estrategia urdida por el amigo, sin duda tu amigo debería compensarte más concienzudamente jajaja.

y tener una tía tan observadora y detallista, actuando de comisionado.

escribes muy bien y siempre es divertido leerte.

un saludo

Minombresabeahierba dijo...

Lo que se consigue con el olor a patas y una panza amiga!

Entre las "feromonas de pie de atleta" y un amigo Campeón de Sumo todos emprenden la retirada!

Las rubias cada vez vienen con más inteligencia alzada!

Abrazo

Nefertiti dijo...

Solo me queda decirle que su amigo sería un excelente vendedor de autos usados, o de seguros...
Sí señor, un auténtico vendedor de humo.

Anónimo dijo...

Don Yoni

Usted hace un culto de la amistad, eso habla muy bien de su persona, el relato es impecable, divertido.

Me puede hacer el favor ya que va preparar el presupuesto para una de las comentaristas me pasa uno a mì, digo, porque quizàs lo necesito, no soy rubìa ni tengo el trasero parado de una de 20, pero me he salvado creo que por milagro que me den un derechazo, digamos tengo buen olfato para salir siempre del lugar menos indicado a tiempo.

Siempre hay que tener el e-mail o la tarjeta de presentaciòn del que tiene " la posta " en este caso como dice usted..." ustè "

Un abrazo.

Dany dijo...

Título justo. Síntesis perfecta aunque cuando la lei....solo queria llegar al momento en que aparece la tia, por suma curiosidad.
El relato excelente, muy Bigud.
Se puede saber la mentira con la que termino de acobardar al hombre?

Abrazo!

Yoni Bigud dijo...

Y... 18.

Señor Dany, usté no tiene permitido cometer estos deslices. Por ahora lo dejamos en una simple amonestación.

Yoni Bigud dijo...

Javier: Muchas gracias a usté. Sí un fenómeno. Un fenómeno de circo.

Esilleviana: Soy gordito, grandote y debería ser recompensado de un modo mucho más elocuente. Ahora me quedo pensando y veo que todos menos yo han ganado algo en esta historia.
Muchas gracias a usté por sus palabras.

Hierba: Con poco se puede conseguir mucho si se lo utiliza bien.
La inteligencia de las rubias, en lo personal, es la que más me gusta.

Nefertiti: Gente como esa puede vender lo que sea, es cierto.

VER: Ya mismo le paso un presupuesto y PDF de presentación, no se haga problema. No vamos a exigirle foto. Solo dinero.
Muchas gracias a usté.

Dany: No, no se puede. Soy un ser vengativo, y esto es una represalia por haber dejado el artículo con 17 comentarios por más de media hora.
Muchas gracias a usté.


Un saludo.

La condesa sangrienta dijo...

Un verdadero cuento chino...!
saludos

Canoso dijo...

Sun Tzu, un poroto al lado de su amigo.
Soy un convencido de que más que serlo, hay que parecerlo.
Y cómo no hacerlo con semejante trofeo?!.
(digo, la rubiecita del culo parado) Seguro que valía la pena jugársela con tanta osadía.
Un abrazo!

Bugman dijo...

Celebro cualquier acto riesgoso en beneficio de una señorita, más todavía si la ejecución revela un ingenio meditado y una sangre fría admirable.
Pero debo advertirle, para el futuro, un detalle importante. En el caso de haber sido yo el villano, hubiera reparado en que el karategui estaba flamante, sin uso. Es cierto que debe haber karatecas que se vistan con sus mejores galas cuando van a hacer reparto de sopapos, pero en principio, es mejor la verosimilitud de la tela gastada, un poco roñosa y con algún desgarro. Ah, y por las manchas del Proxicaptor, que ni se le ocurra usar medias. Buenos días.

Elvis dijo...

Já! Como se suele decir, el fin justifica los medios... Vale más una imagen que mil puñetazos...
Abrazo.

Sir Lothar Mambetta dijo...

Maravillado, extasiado, paralelepípedo. Me faltan adjetivos para decirle cómo me dejó su relato.

Su amigo sabe qué amigo tiene. Conozco a más de uno que hubiera dicho frente al grandote: "Ah, era para esto que compramos el trofeo".

Un abrazo, doctor.

Yoni Bigud dijo...

Condesa: Salud.

Señor Carugo: Dice mí tía que sí, que valía la pena. A mí el susto del momento no me dejó verla bien. Y encima la tenía de frente.

Señor Bugman: La naturaleza es sabia, no la subestime. Individuos como usted, dotados de una mente tan reluciente como la calva, al mismo tiempo son provistos de una fuerza de mitad de tabla o de promoción. Y a la inversa, claro está. Este inmenso sujeto no habría notado el detalle ni aun cuando del uniforme hubiera colgado una etiqueta con la leyenda 'Disfraces La Brujita Tapita'. Y con soquetitos tres cuartos.

Elvis: Podemos refrendar sus dichos porque la moneda cayó de este lado de la cornisa.

Sir Lothar: Coincido en un todo con sus dichos, hay que saber elegir las compañías en los momentos cruciales. Yo no soy un líder, pero soy buen soporte.
Muchas gracias a usté.

Un saludo.

Any dijo...

Su amigo está del tomate totalmente, pero es un capo jajajajaj!
Lo que no me quedó claro es que hacía su tía en la casa de su amigo y no en la suya de usté. Le enchufó la tía a su amigo??? Naaa, jajajaja!

Oiga, este señor no querrá venir con su uniforme de Bruce Lee para acá? Tengo un par de "trabajitos" para el, averiguemé cuanto cobra.

Mire que me hizo reir !
abrazos

Etienne dijo...

Me distraje en la cerveza, debe ser que se me sube a la cabeza, me volví a concentrar y si debo agregar, me faltó poco para salir corriendo cuando vimos al grandote que intentaba agredir a la vecinita, si, esa del culito parado... Y ahí me distraje de vuelta.
Pero a fin de cuentas, la amistad lo resume todo. Y más si hay una rubia de culito parado. Lo dije dos veces, ya es demasiado, me retiro.
Abrazos!!

Yoni Bigud dijo...

Any: Mi hogar es pequeño y humilde. Y somos muchos. Mi tía no me hubiera permitido la deferencia.
Muchas gracias a usté.

Etienne: Concéntrese caramba. No puede se que uno mencione una bebida de bajo contenido alcohólico y una retaguardia casi perfecta y su mente se dispare.
¿Qué le estaba diciendo?
Ah sí, muchas gracias a usté.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Yo esperaba que hablara de su tía entreshiana, y sí, somos mal habladas :). Muy bueno el relato, estimado amigo gordo y grandote, ahora, usté que se llevó de premio? Dígame que al menos se llevó el trofeo. Saludos!

zorgin dijo...

que Ud sea amigo de sus amigos más allá de de lo inconciente, es la diferencia...
(la imagen del culito parado de la vecina es lo que bloquea el resto de mi comentario).
tal vez en algún momento me acuerde del resto que iba a comentar...

Dany dijo...

Mire Yoni cuando entré en esto de los blogs....veia el "y 14" y el "y 18" por todos lados. Me volvia loco porque no entendía. Claro, después compartimos vino y habanos y lo supe. Estuve flojo.

Yoni Bigud dijo...

Caia: Debe ser el clima de la provincia.
No, no me llevé nada. Yo nunca me llevo nada en el momento.
Muchas gracias a usté.

Zorgin: Le doy la bienvenida a mi humilde espacio.
No, no se va a acordar. Esa clase de bloqueos, los de culito parado, son siempre definitivos.

Señor Dany: Le dije que yo no iba a intervenir. Que no iba a tratar de frenarlo. Que otras veces lo había intentado y había salido lastimado también. Que estaba por su cuenta, que le deseaba suerte.


Un saludo.


Un saludo.

Yoni Bigud dijo...

Un saludo, no dos.

Perdón.

Esilleviana dijo...

Tal vez sea mejor que la felicidad sea breve y fugaz, para poder disfrutarla con más intensidad; si fuera muy extensa y se prolongara demasiado, no reconoceríamos esos momentos o instantes inolvidables, no te parece?? bueno, es solo una opinión...

gracias por tu comentario :)

y tú ganaste, tener un amigo inteligente para siempre jajaja, te parece poco?? que te puede defender y ayudar en apuros jajaja.

un abrazo

Yoni Bigud dijo...

Esilleviana: Sí, sí, debe ser efímera. Es una condición esencial.
Es una ganancia magra la que me describe. Tengo miedo de que esos esfuerzos solo sean posibles habiendo rubias de por medio.

Un saludo.

A.R.N. dijo...

bueno, como decia un ex novio que tenia un don de observacion muy especial. la vida es como el ajedrez, gana el que se queda con la dama.
muy bueno lo suyo sir yoni.

Yoni Bigud dijo...

A.R.N: Su novio tenía razón. En el ajedrez, como en la vida, eso ocurre al más alto nivel. En el barro un puede pelearla sin capturar ninguna dama. Al menos un tiempo.


Un saludo.