Extraña sucesión de infortunios que, poco a poco, fueron minando mi voluntad hasta transformar aquel viejo anhelo de triunfo en esta pacífica convivencia con el fracaso.

martes, 11 de octubre de 2011

UN SEÑOR QUE ESTÁ ENOJADÍSIMO

Síntesis del post: Un señor enojado. Enojadísimo. Un viernes distinto. Una señorita. Un destrato. Un héroe. El Universo y sus mecanismos.

Este buen señor está muy enojado. Enojadísimo. Lo sé porque estrella su puño derecho contra la mesa. Una, dos, tres veces. Y demanda la presencia del gerente, el dueño o cualquier autoridad en condiciones de satisfacer su demanda. Todo ello mientras destrata a una señorita que, por uno de esos extraños firuletes que tiene la vida, me cae muy simpática. Nos cae muy simpática.

¿Cómo dice?

Ah… ¿que no agoté la explicación? Pero qué descuido el mío. Imperdonable.

La escena tiene lugar en un restaurante. Es la una y media de la tarde, y lo que es más importante, es viernes. Y yo los viernes almuerzo solo. Y como lo que se me antoja. Y me tomo un vinito chico con soda y hielo. Y postre. Y café, si dan.

La señorita en cuestión es la moza que semana tras semana se ocupa de que el firmante al pie de esta página se dé todos los gustos (gastronómicos, claro está) arriba descriptos sin planteos de ninguna índole. Ella no posee la mala costumbre de sugerir —entre líneas— las bondades del reino vegetal en lo que a la alimentación se refiere, ni apunta un índice acusador hacia mi región abdominal en franca expansión, ni me niega segundas vueltas cada vez que entiendo que la situación lo amerita. Comprendo, sí, no soy un necio, que talvez su buena predisposición responda al hecho de que solo debe satisfacer mis gustos gastronómicos, no otros, pero eso de ningún modo es suficiente para evitar que me caiga simpática. Que nos caiga simpática.

Volvamos a lo nuestro entonces, que si no algunos lectores se me dispersan.

Señor Etienne, está buena. Pero ni sueñe que me va a arrancar una descripción cuando ya tengo el foco puesto en el fondo del asunto. Confío en su frondosa imaginación de poeta, no sin antes advertirle que puede que se quede corto.

Tenemos a este señor muy enojado. Enojadísimo. Este señor que estrella su puño derecho contra la mesa, una, dos y tres veces. Y que destrata a esta señorita que nos cae tan simpática.

Según entiendo le han ofrecido, sonrisa de por medio, algo que luego pretenden cobrarle. No sé, un queso, un pan de pizza, unas sardinas condimentadas. Da lo mismo. El caso es que el señor interpreta, con mucho tino, que una cortesía deja de serlo ni bien aparece en escena la exigencia de una contraprestación.

Hasta ahí es todo muy correcto. Lo que me hace ruido es el destrato. Lo que nos hace ruido es el destrato. Innecesario desde todo punto de vista. Resulta bastante claro que es el gerente, el dueño o la autoridad en condiciones de satisfacer la demanda la que sonríe a través de la señorita, que solo aporta a la maniobra unos dientes blanquísimos e inmaculados, unos ojos inquietos y unos… no Señor Etienne, no pienso claudicar. Le dije que no, y es no.

Sí, ya sé. De cualquier modo habría que considerar la posibilidad de una intervención. Sobre todo cuando una pieza clave de la maquinaria se encuentra comprometida.

¿Cómo dice?

No. No me parece. Ya hemos aportado lo nuestro en su debido momento, y ahora fluimos serenamente en un universo compensado. Ya circularon los Sarmientos, fueron y vinieron, así que no creo que la solución pase por ese lado. No pienso cargar a mi cuenta unas sardinas que no consumí. Me inclino más por asumir una actitud contemplativa, aun cuando a primera vista resulte chocante o pueda asimilarse a una pequeña traición. Ya habrá tiempo para el heroísmo si este buen señor decide cruzar la fina línea entre el destrato y el insulto.

Pasan los minutos y el gerente, el dueño o la autoridad en condiciones de satisfacer la demanda no aparecen por ninguna parte. Solo este muchacho de veintitantos años, flaquito y de aspecto abatido. El que está a cargo de la caja. El que le anota la milanesa napolitana a la mesa cuatro, los tallarines con pesto a la dos, el asado con fritas al que viene todos los viernes.

El señor, que está enojadísimo (no sé si les dije) se olvida por un instante de la señorita. La señorita que nos cae tan simpática. Y concentra el destrato sobre nuestro héroe.

Grueso error. Conste que digo esto antes de que los acontecimientos se precipiten. Y de paso tómese nota de que hablé de un héroe apenas habiendo echado un ojo indiscreto a la madera que lo constituye. Y es que ese solo instante me alcanza para comprender que él también está enojado. Enojadísimo.

Predigo una catarata de acidez en tono neutro. Lo intuyo en esa mirada ausente, esos brazos en jarra y esa postura resignada. Y no digo más porque los acontecimientos —en efecto— se precipitan.

‘A ver… pelotudo. Acá el problema son dos sardinas de mierda. Vos no querés pagar por eso. Por dos sardinas de mierda’.

Brillante apertura. Ese pelotudo dicho al pasar, casi susurrado, anula el griterío y allana el camino del alegato que, anticipo, será lapidario.

‘Ganaste. Las sardinas son gratis. Por cuenta de la casa. Por cuenta mía, que no soy la casa, pero voy a barrer el piso cuando vos te vayas. Y lo hago porque es lo justo. La piba no aclaró, y te distrajeron las tetas. A todos nos distraen esas tetas, no te pongas mal. Hacé de cuenta que estás en Mc Donalds. Calidad, servicio y limpieza. El cliente siempre tiene la razón. Aunque lo de la calidad es relativo, le compramos a un boliviano que llega al mercado central arrastrando una carretilla. Y el servicio es engañoso, vos podés dar fe. Y si me acompañás a la cocina charlamos un ratito lo de la limpieza. Pero sí, tenés razón. Toda la razón del mundo. Sin embargo, si pegás un grito más, o golpeás la mesa porque sí, te voy a cagar a trompadas delante de todos los clientes, que si no les gusta lo que ven se pueden ir a almorzar con la madre que los parió. Gratis y con mercadería de primera’.

Y punto final. Asumo que no hace falta que yo lo diga. Individuo que gusta de la agresión hacia los objetos inanimados no se le anima siquiera a un muchacho de veintitantos años, flaco y de aspecto abatido. Puede tomarlo, si lo desea, como uno más de los mecanismos compensatorios del Universo. Todo mientras nuestro héroe regresa a la caja.

‘¿Algo más?’, me pregunta la señorita. Esa señorita que me cae tan simpática. Que nos cae tan simpática.

Sí. Un cafecito chico, si dan.

Pero estoy dispuesto a pagar.

A mí sí que me distraen unos dientes blanquísimos e inmaculados, unos ojos inquietos y un buen par de tetas. Sí Señor Etienne, dije tetas. Pero solo porque antes lo dijo nuestro héroe. La descripción está, aunque no es de mi autoría.

Sin embargo aclaro que a esta altura de la soiree ya no me nublo con tan poca cosa.


Tengan ustedes muy buenas noches.

35 comentarios:

Rebeca dijo...

Y alli radica la simpleza del hombre: en un par de tetas o en un par de sardinas.

Humberto Dib dijo...

Yo me pregunto dónde van ustedes a satisfacer sus necesidades alimentarias... así no se puede, ni la digestión de las sardinas van a poder hacer.
Un abrazo.
HD

Anónimo dijo...

Don Yoni

Al regreso por la noche lo leeo, ud, merece atenciòn especial mientras se degusta un Martini.

Le mando saludos.

Sir Lothar Mambetta dijo...

Creo que todos los objetos inanimados estarán de acuerdo en que su artículo es conmovedor. A pesar de la crudeza con la que relata el maltrato a una inocente mesa, sus palabras llenan de esperanza a todo este colectivo. Al fin y al cabo, ser inanimado no significa que no se tenga alma... Ah, no, significa exactamente eso.
Bueno, a mí me conmovió.

Déjeme invitarle el cafecito. Un abrazo, doctor.

Nefertiti dijo...

Mire, que quiere que le diga, a mí no me importa que las míseras sardinas cuesten dos mangos, a mí lo que no me gusta es que me las cobren de prepo.
Una vez en un restaurant, en vez de cobrarme servicio de mesa, me cobraron la panera. Y yo realmente no como pan. Es un tema de marketing, nada más. Uno no se enoja cuando se cobra el cubierto o el servicio de mesa.

Dany dijo...

Ud. lo deja en el punto justo. Y yo siempre quiero un poco más. La cara del señor enojadísimo.....las expresiones del que viene todos los viernes......el regreso del héroe a la caja......
No, no le voy a pedir la descripción completa de la señorita. No. Se que tampoco me ( nos ) va a hacer la caridad. Excelente lo suyo. Abrazo!

Elvis dijo...

Ni siquiera un buen par de tetas (¿porque serían dos no?), son capaces de amilanar la ira de un cliente... Claro que lo mismo era gay y por eso no le importó la anatomía de esa chica tan simpática...
Abrazo.

El Mostro dijo...

Esa es la razón de ser de las tetas, distraer. Otra que Siv Yob, un GENIO quién cambió un mozo feo y bruto por una camarera de buen ver.

Y la srta. Rebeca tiene razón, los hombres somos simples, básicos, como una sardina. Pero las sardinas apestan, no las quiero ni regaladas.

Au revoir.

Mecha dijo...

Cuánta verdad tienen sus palabras... si se golpea mucho la mesa, es porque no se le anima a otra cosa.

Tanto lío por un par de sardinas?
Qué rata...

Any dijo...

No sé si corresponde o no que le cobren las sardinas, ni me interesan las tetas de la señorita. Pero me pongo de pie y aplaudo al flaco de la caja! clap! clap! clap! Ya quisiera yo poner los brazos en jarra y echar un discurso de similar contundencia a unos cuantos (a mi jefe pongalé).
Es mugriento el lugar? No le da un poco de cosita? Digo ... no sé cual es su mínima exigencia en materia de higiene, vió que varía mucho de persona a persona (no, no le estoy diciendo roñoso a ud! nidiospermita!)
abrazo

Samain dijo...

Y.. si las sardinas son de mierda, claramente hay que dudar de la calidad.

Igual, al héroe lo banco.

Saludos.

El Gaucho Santillán dijo...

Hay objetos inanimados, que merecen que les peguen.

Yo tengo un banquito, que de noche se mueve para que me lo lleve por delante a la mañana.

Un abrazo.

Alelí dijo...

como me gustaría tener esa capacidad verbal para insultar tranquila y con altura.

las tetas tb las tengo y es un objeto distractorio, sin dudas.

en la repartija algo me tenía que tocar...

Mirta Lepetisa dijo...

Nunca se sabe donde se oculta un heroe.

Ochurus dijo...

muy bueno el discurso del héroe! Me dieron ganas de ir a lavarme las manos, noseausté...

Que asquete las sardinas, no las pagaba ni loca.

un saludo querido.

Emoción dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Emoción dijo...

Me encanta este héroe simple y directo que, con sus huevos al plato, (para no salirnos del ambiente culinario, ¿no?) le tiró encima la semana de maltratos y destratos acumulados que, como la mesa, él también habría recibido.

Gracias por esta historia y encantada de conocerte.

Damaduende dijo...

Todos los viernes asado con papa fritas? A uste´le parece? Uste´habla de los dientes blancos, los ojos y el par de tetas para distraernos, pero la verdad del asunto está en el párrafo en que confiesa que uste´va por esos lares porque la señorita no le dice nada, porque no sé el asado, pero según nuestro héroe, lo único que vale de ese lugar, es el servicio... por muy engañoso que sea...

Etienne dijo...

Mire, realmente entiendo la ira del pelotudo, porque soy una persona empática que es capaz de ponerse en los zapatos del otro.
También entiendo que un escote coronado, un buen par de tetas, obnubile el raciocinio de un ser humano.
Lo que no entiendo es el destrato hacia otra persona (menos si porta el mencionado par...) porque si he de ser sincero, lo sufro cada tanto en carne propia; aclaro ya mismo que yo no tengo escote que me defienda.
Se ve que el señor enojadísimo no tiene nada mejor que hacer.
Diga tetas, diga nomás. Usted seguirá gozando de nuestra admiración a pesar de eso!!
Abrazos!!

Canoso dijo...

Tal vez el señor de las sardinas frunció porque cierta vez viajó en el mismo colectivo en el que lo hice yo y en donde un muchacho de veintitantos años, flaco y de aspecto abatido, discutió con el chofer, un mastodonte de uno noventa y más o menos cien kilos de peso y lo durmió con un exquisito cross de derecha en la mandíbula.
Puede que haya captado que de persistir con el destrato a la señorita de busto voluminoso, él se convertiría en un objeto inanimado en el que se posarían todos los puños.
Muy bueno.
Abrazo!

Anónimo dijo...

Don Yoni

Gritar es de cobardes, lo que vale son los argumentos, no sè porque me huele que se anda metiendo en cada lugar raro ustè...

Soy mujer y portadora de unas 95 regalo de la madre natura y sì, doy fe que distren en varias ocasiones y hasta logran cosas algunas veces inesperadas, la gente de golpe (mejor lèase hombres) se tornan generosos, como los escotes.

Mi estimado, como siempre, como cada relato suyo una maravilla.

Le mando saludos.

Yoni Bigud dijo...

Rebeca: Así es. Una simpleza de a pares.

Humberto: Confieso que en ese marco se hace difícil.
Muchas gracias a usté.

VER: Vaya nomás. Muchas gracias a usté.

Sir Lothar: Admino que me faltó aclarar que ningún objeto inanimado resultó herido durante la confección del presente artículo.
Cortado para mí.
Muchas gracias a usté.

Nefertiti: Sí, me he topado alguna vez con piratas como los que usté describe. Hay que tener coraje para cobrar una panera...

Señor Dany: Bueno, piense que las expresiones del que va todos los viernes más o menos las conoce.
Muchas gracias a usté.

Elvis: Hay gente que cuando se enoja, se nubla. Pero bueno, a veces hay que nublarse mucho...

Mostro: Queda clara la razón de ser de las tetas. Ahora faltaría la de las sardinas.

Mecha: Ah sí, los golpeadores de mesas son los peores en lo referido a la valentía. Y además son tacaños. Es una ley.

Any: Soltar ese discurso es cuestión de práctica. Vaya, ponga las manos en jarra y elija un objetivo (preferentemente que no sea yo).
Soy bastante permisivo en esas cuestiones, sé que mi estómago es de aluminio.

CONTINÚA...

Yoni Bigud dijo...

Samain: Primero pruebe y después juzgue.

Gaucho: Comparto su teoría. Cuando vuelva a casa voy a ajustar cuentas con la sillita de mi hija.

Alelí: Oh. Mire, si a mí me dieran a elegir entre una y otra, elegiría las tetas. Descuento que deben ser infinitamente más útiles.

Mirta: Detrás de la caja registradora.

Ouchurus: Ahí están otra vez sus prejuicios. Primero pruebe y luego juzgue, che. Qué barbaridad.

Comentario suprimido: Oh.

Emoción: Bienvenida, y muchas gracias a usté.

Guada: Sepa usted que a veces hay que pagar un alto precio por la clandestinidad. Pero bueno, si el servicio vale la pena yo me banco cualquier desprolijidad.

Etienne: Tener que afrontar el destrato sin escote protector debe ser algo aterrador. Espero que por lo menos sepa insultar en tono neutro.
Muchas gracias a usté.

Señor Carugo: Qué lindos que son esos golpes repentinos y definitivos cuando el que los propina es un alfeñique de 40 kilos. Son momentos irrepetibles. ¿No lo tiene grabado?

VER: Claro, usté no grita porque según surge de su declaración, posee un par de argumentos convincentes. Pero qué queda entonces para los demás.
Muchas gracias a usté.


Un saludo.

Lelé dijo...

Qué pasaría si me parara desde este púlpito a defender al señor enojadísimo? Nada, ya sé. Menos si es por el solo gusto de llevar la contra.

Esilleviana dijo...

:))

(siento este retraso...).

El señor con la chica/camarera delante, con el correspondiente escote, se olvidó todo lo que le pidió a ella, todas las respuestas que dió positivas a la chica y después se encontró la sorpresa de la cuenta al final. Menos mal que el chico joven tenía claro lo que debía de hacer.

Brillantes las palabras del chico flaco y de aspecto abatido... habría que aprender de un joven de veintitantos como este.

si es que la mayoría de hombres se topan con un escote y se olvidan de lo que tienen, de lo que tenían que hacer, de lo que les interesa.
Algunos son así de sencillos.

solo los viernes come solo, ¿los demás días de la semana, come en su casa o con compañeros de trabajo?

un saludo
:)

Esilleviana dijo...

gracias por tu visita y comentario.

un saludo

Ochurus dijo...

cómo "otra vez"??????????

Pablo dijo...

Un genio, un ídolo ese pibe!

Algunas tendran tetas pero se quedan en eso... si no lo ha comprobado, creame y se ahorra un disgusto! jajaja!

Abrazo

Yoni Bigud dijo...

Lelé: Ejerza como mejor le parezca la libertad que en este espacio se promueve. O le mando al muchacho.

Esilleviana: ¿Solo algunos son así de sencillos? Interesante :)
Sí, solo los viernes. Los demás días asumo compromisos diversos. No la quiero aburrir.

Esilleviana: Muchas gracias a usté.

Ouchurus: ¿Otra vez qué? No me asuste.

Pablo: Le creo. Usté tiene cara de saber.

Un saludo.

Zeithgeist dijo...

mientras tanto, la seniorita con portentosas tetas muy posiblemente no termine ni con usted que le cae tan simpática, ni con el héroe flaquito y ácido, sino MUY posiblemente con un viejo como el que aporrea la mesa, que le enyogurta esas portentosas tetas una vez por semana, y mientras tanto le paga caprichitos varios...
después de todo, que capricho le va a pagar el que limpia el piso y atiende la caja??
quevidademierdacagoendio...

Yoni Bigud dijo...

Zeithgeist: Eso es porque no tienen imaginación y toman el camino fácil. Podríamos juntarnos, el flaquito, yo, y alguno que otro más. Haríamos una vaquita, le pagaríamos los caprichitos y bueno, usté sabe, se aplicarían las normas del tiempo compartido. En fin... si no nos dan pie...

Un saludo.

Emoción dijo...

Estimado Yoni, siendo yo una recién llegada, le agradezco esta data sobre algunos de sus gustos ya que me permite saber que compartimos, como es evidente, el gusto por la escritura nocturna, momento en que los sentidos se agudizan (al menos los míos) y el asado. Ese último, también preferentemente de noche. Es que el tinto que lo acompaña se disfruta más.

En cuanto a los otros cinco puntos de la lista, ¡siga disfrutando!

Un saludo y tenga usted un excelente domingo.

Yoni Bigud dijo...

Emoción: Veo que acaba de comer un riquísimo asado. Acompañado por grandes cantidades de tinto. Acabo de responderle, sí, pero en el artículo que motivó su reflexión. Muchas gracias a usté.

Un saludo.

Jessica dijo...

Un poco a destiempo, pero no quería irme de esta entrada sin decir que el joven desgarbado es mí ídolo. Y que te felicito por cómo escribís.
Saludos

Yoni Bigud dijo...

Jessica: Bienvenida. Y muchas gracias a usté.


Un saludo.